«En la performance no hay ni máscaras ni filtros: soy yo y mi vida»
Martín Tolosa Marín es artista. Nacido en el País Vasco, desarrolla su obra con el cuerpo siempre como punto de partida realiza instalaciones vivas donde se cruza con otras disciplinas como la pintura, la escultura o la fotografía. Con una simbología propia, su trabajo es directo, duro y honesto porque trabaja partiendo de recuerdos de momentos traumáticos de su propia vida. En la línea de sus predecesores del accionismo vienés, sus performances no dejan indiferente al público: a través del dolor y de la resistencia del cuerpo al que daña con diferentes objetos busca acceder a significados más profundos de sí mismo y del espectador.
Su obra ha podido verse en Museo Ruso (Málaga), Museo de Etnología (Castellón), Casa Colón (Huelva), Ecco-Espacio de Cultura Contemporánea (Cádiz), Feria de Arte Aparte X (Cáceres), La Casa Amarilla (Málaga), Feria de Arte Estival (Málaga), Ateneo Málaga, La Nit de L´Art de Castelló, Arrabal & Cia (Granada), y en Madrid en La Juan Gallery, Galería Theredoom, Espacio Nigredo, Feria JustMad con Hidden Gallery de Málaga, Est-Art, Nave 73 y Feria Art Battalion de WhiteLab entre otros.
– Naciste en el País Vasco ¿cómo fue tu vida allí y en qué momento empezaste a interesarte por el arte?
Si, nací en Rentería (Guipúzcoa), tuve una infancia impuesta y una adolescencia difícil, marcada por una depresión que me dejó sin poder expresarme, sin poder hablar durante años.
Un día, en el instituto donde estudiaba mecanizado y mecánica industrial -nada que ver con lo que hago hoy-, un compañero me enseñó a hacer malabares. En ese momento todo cambió, descubrí el circo y el arte como una nueva forma de expresarme.
«Tuve una infancia impuesta y una adolescencia difícil, marcada por una depresión que me dejó sin poder expresarme, sin poder hablar durante años»
– ¿Qué significa para ti el arte?
Para mí, el arte ha sido casa y refugio.
Es una herramienta que da voz, que invita a cuestionarse, a sentir y a remover.
En mi caso, se ha convertido en un proceso de sanación y comprensión:
mi manera de transformar el dolor en algo hermoso.
– Eres un artista que investiga diferentes disciplinas: la escultura, la fotografía, la pintura y el arte de acción ¿cómo desarrollas cada una de ellas y cómo es un día normal de trabajo?
En realidad, todas mis performances integran lo pictórico, lo escultórico, fotográfico y son instalaciones vivas, donde el cuerpo, espacio y público dialogan.
Desde mi primera performance en 2016 mi espalda se ha convertido en un lienzo, pintándolo con mi propia sangre y utilizando materiales tan dolorosos como el cristal o el alambre de espino entre otros.
Siempre busco la imagen en la acción, permitiendo que el cuerpo se transforme en escultura y que la instalación cobre vida.
Por lo general, las ideas surgen poco a poco, no lo suelo forzar, incluso las dejo reposar, es un proceso orgánico donde cada paso me acerca a mi esencia, a la verdad, en definitiva a mi vida.
«Mi espalda se ha convertido en un lienzo, pintándolo con mi propia sangre»
– La performance, en particular, es la disciplina por la que más se te conoce. ¿Cómo empezaste a desarrollar obras en este sentido?
Empecé en el mundo de la performance a raíz de una obra de teatro universalmente conocida: Hamlet, de Shakespeare. Durante los ensayos con mi directora, Susana Grillo, queríamos representar en el escenario el caminar de Hamlet hacia su casa, cargado de tristeza y amargura por la muerte de su padre. Buscábamos también transmitir el frío de Dinamarca, y ella propuso que caminara sobre hielo. Yo, en cambio, imaginé hacerlo sobre cristal.
Ahí se sembró la semilla de lo que más tarde se convertiría en mi camino dentro de la performance. Durante las improvisaciones me di cuenta de que lo que surgía no era solo interpretación, sino mi propia vida. Así descubrí un lenguaje nuevo para mí, el arte de la performance, donde pude empezar a expresarme.
Como siempre digo, mis performances son formas de sanar y entenderme, cada pieza representa una etapa diferente de mi vida.
«Mis performances son formas de sanar y entenderme, cada pieza representa una etapa diferente de mi vida»
– Has trabajado en teatro y en publicidad como modelo. ¿Qué relación tiene para ti la performance con el teatro y la publicidad? ¿crees que hay más verdad en una que en otras?
Para mí, la performance, el teatro y la publicidad son lenguajes diferentes, con códigos distintos, pero todos comparten un punto en común: el cuerpo como medio de expresión. En el teatro hay un guion y un personaje que interpretar; en la publicidad, un mensaje que vender. En la performance, en cambio, no hay máscaras ni filtros: soy yo y mi vida.
– Como has dicho anteriormente, en tus performances utilizas cuerdas, alfileres, clavos, cristales y alambre de espinos sobre el cuerpo desnudo. El dolor es parte del proceso de tu trabajo durante la acción ¿cómo te sientes en cada performance y por qué buscas las autolesiones?
La desnudez surge como una forma de mostrarme tal y como soy.
En cada performance, los materiales que utilizo me llevan al dolor y el dolor físico se transforma en un canal que me permite acceder a capas más profundas de mí mismo y del espectador.

Habito el dolor porque ha sido mi manera de aprender y comprenderme.
A través de él busco provocar, invitar al espectador a cuestionarse, a sentir, a mirar desde un lugar distinto.
«Habito el dolor porque ha sido mi manera de aprender y comprenderme»
– ¿Por qué crees que la historia de la performance está tan relacionada con el dolor?
Me imagino que como una necesidad de expresar aquello que no encontraba lugar en los lenguajes tradicionales del arte.
El dolor físico, emocional, social , ha sido siempre una de las experiencias humanas más difíciles de contener y de representar.
Entiendo que encontraron esta herramienta para poder expresarse.
– Has desarrollado performances en torno a las enfermedades mentales, ¿cuál fue el punto de partida?
Con tan solo 19 años sufrí una depresión que me llevó a estar años sin poder hablar, esto acarreó graves consecuencias en el resto de mi vida. Estaba inmóvil, cabizbajo, perdido, sentado en una losa fría de un parque lluvioso.
En el comienzo de la performance Depresión utilizaba el café para representar que cada mañana filtraba el café con mis lágrimas. Quería meterme de lleno en esa idea, porque yo mismo viví esto en mi adolescencia.
Siempre uso el arte para sanar.
Decir en voz alta que las enfermedades mentales existen.
Insistir en que es fundamental acudir a profesionales para que te ayuden.
«Uso el arte para sanar»
Sí, la adicción y la vejez (Zahar) forman parte de mi propia vida y de la obra que estoy construyendo. Todo nace de Sempiterno: Espiral de Vida y Muerte, una performance que contiene mi vida entera y de la que voy extrayendo las distintas piezas que conforman la obra Hermosa e hiriente, VIDA.
Adicción fue una performance de una etapa muy concreta de mi camino. Este trabajo surge de una reflexión sobre el sistema en el que vivimos, que nos convierte en seres dependientes, llenos de apegos y adicciones. Utilizo la cuerda y el alambre de espino como símbolos de esa dependencia, tanto hacia el sistema como hacia la propia vida. Esta pieza la realicé junto al bailarín Rafael Rivero.
Zahar, que significa vejez en euskera, mi lengua materna, representa otra etapa vital. En ella hablo del dolor de envejecer en una sociedad que tiende al olvido y al desapego, y reflexiono sobre la belleza y la dureza que habitan ese proceso. Utilizo una bañera de cristal que simboliza el mundo actual: un espacio transparente y claustrofóbico, donde el espectador puede ver, pero no siempre comprender o conectar.
La forma en que el público observa la performance también es parte de la obra. Un espejo en el suelo, como si fuera un cuadro, refleja la acción. En ese momento aparecen gestos de culpa, vergüenza o derrota, y el cuerpo responde ante lo que ve. El cuerpo habla.

En todas mis performances está presente el triángulo, un símbolo constante en mi trabajo como en la performance La Asfixia, continuación de Depresión, donde permanecí cinco días enmarcado en esta forma. Siempre utilizo materiales fríos y calientes, y la espalda, donde digo que voy escribiendo mi historia, aunque en mi última performance decidí no usarla.
Quizás ahí empiece una nueva forma de comunicarme… no lo sé.
– ¿Hay un planteamiento político en tu trabajo?
Desde que empecé con la performance, siempre he hablado de mi vida. Fue la razón por lo que comencé en esto.
Aunque en alguna pieza que mencionaba antes, hago una crítica al sistema, mi esencia no es política en sí, sino vital. Mi punto de partida siempre es mi propia vida.
«Mi esencia no es política en sí, sino vital. Mi punto de partida siempre es mi propia vida.»
– ¿Qué duración tienen tus performances y cómo manejas el tiempo? ¿tienes siempre clara una estructura de cada pieza?
La duración de mis performances ha variado mucho, desde veinte minutos hasta cinco días.
Suelo tener una estructura y unas imágenes claras en mi mente, pero dejo siempre espacio para lo que ocurra. Dependiendo del lugar y del público, la acción puede transformarse. Me gusta que cada performance respire con lo que el momento pide.
– ¿Cambia la percepción de las performances cuando las presentas en diferentes contextos: teatros, museos, centros de arte o galerías?
Como decía antes, cada espacio es único, y por eso siento que cada uno merece algo diferente. No hago nunca la misma acción de la misma manera.
– ¿Cómo reacciona el público a tu trabajo? ¿buscan interactuar contigo? ¿qué impresiones te comentan después de cada performance?
El público es parte de la performance.
Las reacciones son muy variadas: hay quien conecta profundamente, quien siente incomodidad y quien directamente se va.
Entiendo que mi arte es provocador; invito al público a reflexionar, a sentir, a confrontarse con algo suyo. Así concibo mi trabajo y, así concibo el arte.
«Mi arte es provocador; invito al público a reflexionar, a sentir, a confrontarse con algo suyo. Así concibo mi trabajo y, así concibo el arte.»
– ¿Cómo realizas las fotografías de tus performance y qué importancia tiene la luz en ellas?
He trabajado con varios fotógrafos pero con el que más es Valiente Verde, quien entiende mi forma de percibir y todas las imágenes que quiero crear. El incluso sin ningún tipo de ego me aporta ideas propias, y juntos hacemos que la fotografía se convierta en mi esencia.
Está claro que sin luz no hay fotografía.

– ¿De qué manera pueden adquirir tu obra los coleccionistas?
Vendo las fotos de mis piezas a través de mis redes sociales, @martintolosamarin. En este momento estoy pendiente de crear una web.
– ¿Cuáles son tus referentes dentro y fuera del arte?
Todo lo que he creado ha salido de mí.
Hasta que, en un viaje a Berlín para visitar a mi amiga Martyna Poznańska, también artista, me habló sobre el accionismo vienés, Gunter Bruss…. A partir de ahí empecé a investigar y aluciné con la conexión que teníamos.
– ¿Cómo puede crecer tu trabajo dentro del arte contemporáneo?
Me gustaría poder mostrar mi trabajo por todo el mundo:
en espacios como Museo Reina Sofía, Artium Museoa, Tabakalera, Rekalde Aretoa, MUSAC, Museo de Arte Helga Alvear, Museo de Arte Moderno y Contemporáneo de Santander, Matadero Madrid, el Museo Thyssen o el MoMA.
Y que algún día aparezca en medios como ABC o El País.
– ¿Qué consejo darías a un artista que quiera desarrollar una carrera dentro del arte contemporáneo?
Que haga lo que sienta, que no se rinda porque es una carrera de fondo.
– ¿Qué proyectos tienes para el futuro más próximo y cómo te gustaría verte dentro de diez años?
De momento este año va ser un año muy tranquilo, estoy creando desde otro lugar.
En diez año estaré mostrando mis exposiciones y realizando mis performances.
Abrazado al arte y a los artistas.
– ¿Cómo es tu tiempo cuando no trabajas?
Mi cabeza nunca para.
– Tu perro Lobín te acompaña siempre y en todo momento ¿qué te aporta su compañía?
Lobín es parte de mi vida, donde voy yo, va él. Hemos estado juntos en teatros, cines, conciertos y en todo tipo de espacios, y por supuesto, me acompaña en cada performance, el también es performer (risas). Viajamos mucho, compartimos camino, subimos montes y ladramos a las olas del mar. Para mí es más que un perro es amor incondicional, mi familia y mi compañero de vida. Lobín es mi ángel de la guarda, es luz.
Maite Zaitut Lobin (Te amo Lobín)



«Lobín es mi ángel de la guarda, es luz.»
– Un deseo que te gustaría se hiciera realidad.
Me gustaría seguir sintiendo. Siempre voy descalzo en mis performances y en las fotos que realizo de mis acciones.
Una manera de inmortalizar que siempre caminaré sintiendo.
Deseo para toda la humanidad que caminen sintiendo.
«Me gustaría seguir sintiendo»
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