Isabel Izquierdo Peraile – Directora del Museo Arqueológico Nacional

«Es crucial la educación patrimonial de la ciudadaní

Isabel Izquierdo Peraile es directora del Museo Arqueológico Nacional, gestora cultural, arqueóloga de formación especialista en cultura ibérica y conservadora de museos estatales por Oposición. Su trayectoria profesional abarca también su paso por la dirección de programación de la Sociedad Estatal Acción Cultural Española, diferentes cargos en el Ministerio de Cultura tras su paso por el CSIC.

Define la arqueología como un trabajo de investigación exigente que requiere especial constancia y paciencia, un trabajo de equipo y de colaboración donde el diálogo con los diferentes perfiles profesionales, la metodología y la escucha son fundamentales para conseguir objetivos.

Su llegada a la dirección del Museo Arqueológico Nacional busca promover un museo moderno en su gestión, acogedor para visitantes y expertos, colaborativo y con vocación internacional, donde la investigación y la difusión tengan en cuenta la mirada amplia de la perspectiva de género y el contacto con temas de actualidad como el respeto a la naturaleza, las migraciones, los conflictos bélicos, los cambios culturales y climáticos. Todo ello para la comprensión de nuestro pasado y presente y la educación de la sociedad en el respeto y la igualdad.

– ¿Cómo empezó tu interés por la arqueología y en qué momento decidiste dedicarte a esta profesión?


– Desde que recuerdo, en nuestra Educación General Básica, siempre me gustó mucho la historia. Tuve una excelente maestra en el colegio que me inculcó su pasión por el arte, la historia y la arqueología. Lecturas de obras como Dioses, tumbas y sabios de C. W. Ceram, o Lucy, El primer antepasado del hombre de Donald C. Johanson y Maitland A. Edey, visitas a yacimientos urbanos y en el campo, por mis tierras valencianas, todo ello fue decisivo para mi orientación profesional futura. Durante el Bachillerato tuve clara la elección de la carrera universitaria de Historia y concretamente de la especialidad de arqueología. Y en mi Universidad de Valencia tuve mucha suerte con el profesorado del departamento de arqueología y en especial con mi maestra, la Dra. Carmen Aranegui, que más tarde dirigió mi Tesina y mi Tesis Doctoral, centradas en el estudio de la cultura ibérica. Durante los veranos de la carrera participé en la excavación de distintos yacimientos arqueológicos, donde aprendí mucho.

La arqueología tiene un punto de fascinación y romanticismo, pero, sobre todo, realmente, de vocación, perseverancia y trabajo… es necesario tener mucha curiosidad y paciencia… El trabajo de campo en arqueología es todo un reto, un auténtico desafío intelectual y físico, un trabajo coral, donde el diálogo y el aprendizaje son constantes, personal y profesionalmente.

Tras formarme como arqueóloga e investigadora en la Universidad de Valencia y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) durante unos años, ya en Madrid, me orienté profesionalmente a los museos, como instituciones que custodian, estudian y difunden nuestro patrimonio cultural.

«El trabajo de campo en arqueología es todo un reto, un auténtico desafío intelectual y físico, un trabajo coral, donde el diálogo y el aprendizaje son constantes»

– Eres especialista en cultura ibérica ¿por qué optaste por profundizar en esta cultura de entre todas las que han habitado la península?


– Me gustó el carácter híbrido de la cultura ibérica, en el sentido de mezcla de influencias externas y rasgos autóctonos, antes de la llegada de la cultura romana a nuestra península. La escala de los yacimientos, su cultura material, sus imágenes, rituales… Cuando hablamos de Iberia nos referimos a territorios peninsulares en un espacio multicultural diverso con expresiones materiales que podemos apreciar en la actualidad en los museos, como la escultura en piedra policromada, los monumentos funerarios, los exvotos figurados depositados en los santuarios, las cerámicas pintadas, el armamento… Me atrajo esa sociedad aristocrática, de grandes guerreros y nobles damas, de pueblos que explotan la tierra, el mar, las minas… abiertos a otras culturas, con ricos comerciantes, gentes que exponen en sus casas hermosos vasos pintados, que viven y mueren entre complejos rituales y creencias, con un arte escultórico monumental y singular que podemos admirar en museos de nuestro país como, por ejemplo, el Museo Arqueológico Nacional. A ese mundo de imágenes en piedra, procedentes de cementerios de época ibérica, dediqué mis primeros trabajos de investigación hace ya algunos años… y me sigue fascinando esa cultura que todavía tiene mucho que aportar al conocimiento de la Antigüedad, como una de las grandes culturas mediterráneas.

«Cuando hablamos de Iberia nos referimos a territorios peninsulares en un espacio multicultural divers

«Me atrajo esa sociedad aristocrática, de grandes guerreros y nobles damas, de pueblos que explotan la tierra, el mar, las minas… abiertos a otras culturas»

– Has participado en numerosas excavaciones en Marruecos, Barcelona y sobre todo distintos yacimientos de Valencia ¿qué te aportaron personal y profesionalmente estos trabajos?


– Efectivamente, durante la carrera tuve la fortuna de participar en campañas de excavación de yacimientos de variadas cronologías, desde la prehistoria al mundo medieval, hasta centrar mi periodo cultural favorito, la cultura ibérica. Fueron excavaciones muy diversas donde contrasté metodologías de trabajo y me familiaricé con la cultura material de cada periodo. Así por ejemplo, participé en campañas de yacimientos medievales, como el Molí del Testar de Paterna (Valencia), o niveles romanos, como en L’Almoina o la Calle Virgen Misericordia (Valencia), en sectores urbanos o funerarios de la Valencia romana; yacimientos prehistóricos, como La Font del Ros de Berga (Barcelona) o el Puntal sobre la Rambla Castellarda de Liria (Valencia), hasta que participé en la excavación de un asentamiento ibérico, el Castellet de Bernabé de Liria (Valencia). Fuera de España, formé parte de la Misión hispano-marroquí del yacimiento púnico-mauritano de Lixus (Larache, Marruecos).

En todas estas excavaciones aprendí mucho en lo personal y en lo profesional. Son experiencias muy intensas, con un gran aprendizaje vital, social y científico también. Todas me han enseñado a convivir con equipos muy heterogéneos, internacionales en algunos casos; a ser parte de un proyecto colectivo, aprender a leer los estratos en paisajes muy diferentes, escuchar a los maestros y maestras del oficio, construir conocimiento entre todo el equipo, adquirir herramientas de trabajo conjunto, pensar en objetivos comunes. Son vivencias, por otra parte, divertidas pero exigentes, desde el punto de vista físico e intelectual. Recuerdo aquella etapa con mucho cariño. Después he sido mucho más arqueóloga “de bata” que “de bota”, siguiendo la expresión de J. M. Bermúdez de Castro y E. Carbonell…

«Todas me han enseñado a convivir con equipos muy heterogéneos, internacionales en algunos casos; a ser parte de un proyecto colectivo, aprender a leer los estratos en paisajes muy diferentes, escuchar a los maestros y maestras del ofici

– Tus investigaciones sobre espacios rituales ibéricos, funerarios y religiosos tienen en cuenta la perspectiva de género ¿cómo cambia la interpretación y el estudio de los datos que aportan las piezas encontradas con este enfoque?


– Desde la arqueología, siempre me ha interesado el estudio de la sociedad en general y de las mujeres y otros grupos sociales, tradicionalmente invisibles en el pasado, en particular. La arqueología con perspectiva de género trabaja para recuperar la memoria de esos grupos de la sociedad en la historia, a través del registro arqueológico, y en ese sentido se ha avanzado mucho en nuestro país, especialmente en las últimas décadas, incorporando temas en las agendas de investigación en relación con las prácticas del cuidado, los espacios dedicados al aprendizaje y la socialización, los temas de parentesco, grupos de edad, matrimonio, filiación o residencia, la producción, gestión, el uso y la exhibición de recursos (cestería, cerámica, hilado y tejido, tecnología lítica, entre otras industrias), la participación y protagonismo en ritos en contextos funerarios, sagrados o urbanos, la construcción de los sistemas de prestigio, etc., y todo ello, con variantes y matices, a lo largo de la historia. Son líneas de investigación impulsadas sobre todo por mujeres. Además, también se está recuperando la memoria de nuestras pioneras de la arqueología. Todo ello siempre me ha interesado.
Desde estas perspectivas, en resumen, que transforman el enfoque, cambian las preguntas y los planteamientos, se aporta una mirada transversal, contemporánea, social -porque estamos hablando de poner en el centro a las personas- y la visión de género, como categoría de análisis y construcción cultural y simbólica variable, aporta inclusión y sensibilidad. Partimos de que la cultura material crea y reproduce categorías de género y en arqueología estudiamos esa materialidad, los gestos, las iconografías, la interacción entre los objetos o el uso del espacio. Rastreamos las huellas materiales de las relaciones de género en el pasado. Esto nos proporciona una mirada más rica y más inclusiva del pasado, donde también las mujeres han sido protagonistas, repensando las historias, resignificando colecciones en el museo, etc… Hay muchas investigadoras en la actualidad que trabajan en red, desde distintas escuelas y enfoques, pero todas situando a las mujeres en el centro de la explicación histórica, no en los márgenes, como tradicionalmente han estado… aunque hay todavía mucho camino por delante. En mi caso, esta mirada, sensible al reconocimiento de las mujeres en los procesos históricos, estuvo presente desde mis primeros trabajos de investigación, en relación con las tumbas e imágenes de las mujeres en las necrópolis ibéricas, sus gestos, atributos, etc. Son perspectivas hoy en proceso de integración en la disciplina arqueológica y, también, en proceso de incorporación en los museos arqueológicos, que son espacios prestigiosos, escaparates referentes para niños y niñas, con mensajes sobre la igualdad que van calando…. Son, por tanto, temas importantes para la sociedad porque estamos hablando de educación y de respeto.

«Desde estas perspectivas, en resumen, que transforman el enfoque, cambian las preguntas y los planteamientos, se aporta una mirada transversal, contemporánea, social»

«Rastreamos las huellas materiales de las relaciones de género en el pasado. Esto nos proporciona una mirada más rica y más inclusiva del pasado, donde también las mujeres han sido protagonistas, repensando las historias, resignificando colecciones en el muse

– Durante tu trayectoria has combinado el trabajo como investigadora, docente y difusora con el de gestión cultural y patrimonial de museos como directora y coordinadora de proyectos. Comprendiendo la complejidad de cada especialidad ¿cómo has conseguido que se complementen?


– El hilo conductor de estas experiencias profesionales siempre ha sido la pasión por la arqueología, el patrimonio y los museos. En cada uno de mis destinos siempre he tratado de equilibrar esas facetas de investigación, gestión y difusión y creo que las tres se han retroalimentado a lo largo del tiempo.

Lógicamente durante los años iniciales de mi formación investigadora, tanto en la Universidad, como después en el CSIC, el desarrollo de proyectos de investigación marcó mi forma de trabajar indudablemente, me proporcionó la metodología y la perseverancia; posteriormente en el Ministerio de Cultura, como coordinadora de proyectos en museos con colecciones arqueológicas, aprendí las herramientas de trabajo y de planificación –y las dificultades y la necesaria resiliencia- para la puesta en marcha y ejecución de proyectos, de distinta escala y naturaleza; y, todo ello, en paralelo a la participación en proyectos de estudio y divulgación científica.

En la actualidad, como responsable en la dirección del Museo Arqueológico Nacional, una institución referencial por su dilatada historia, extraordinaria colección etc., todas esas facetas combinadas de investigación, gestión y coordinación de proyectos, sin olvidar la difusión cultural, me han nutrido de forma equilibrada, se han complementado y han sido imprescindibles, en mi caso, para mi preparación como directora de este museo, al comprender la necesidad de estudio, e investigación, la imprescindible programación y gestión de proyectos muy diversos, paralelamente a la divulgación y comunicación a la sociedad.

«El hilo conductor de estas experiencias profesionales siempre ha sido la pasión por la arqueología, el patrimonio y los museos»

«todas esas facetas combinadas de investigación, gestión y coordinación de proyectos, sin olvidar la difusión cultural, me han nutrido de forma equilibrada, se han complementado y han sido imprescindibles, en mi caso, para mi preparación como directora de este muse

– Has sido Directora de Programación de Acción Cultural Española  ¿cómo se articula la programación cultural para generar impacto en el exterior?


– Con mucho esfuerzo, profesionalidad, calidad en las propuestas y sin ningún tipo de complejo como país a la hora de programar cultura en el contexto internacional. El talento creativo contemporáneo y la riqueza cultural y patrimonial española es nuestro gran recurso nacional y tiene un potencial de desarrollo en el exterior muy importante. En esa programación son claves el “cultivo” de relaciones institucionales, plantar semillas de colaboración con entidades locales, los acuerdos y coproducciones de los proyectos y su gestión por parte de profesionales de la cultura, con sensibilidad, formación y experiencia. A ello se unen, lógicamente, intereses y valores estratégicos, mercados por abrir e impulsar… Todo ello requiere, como digo, una necesaria profesionalización en la gestión de los proyectos, un marco de trabajo adecuado y ágil y una imprescindible coordinación entre los diversos agentes que operan en esa acción cultural en el exterior. Un reto apasionante…


Mi experiencia en la Sociedad Estatal Acción Cultural Española (AC/E) la recuerdo con mucho cariño y también como un proceso de aprendizaje en ámbitos muy diversos como las artes visuales, escénicas, la literatura, la música, el cine o el patrimonio inmaterial, entre otros; una intensa etapa de trabajo con muchas entidades públicas y privadas, grandes y pequeñas, de contacto con profesionales y creadores extraordinarios de sectores con distintas necesidades y peculiaridades. Vi claramente cómo la cultura y el patrimonio son embajadores excelentes de nuestro país en el exterior y generan buena reputación.

Así por ejemplo, en el año pasado, sólo desde AC/E, se desarrollaron grandes eventos internacionales con una programación cultural destacada –Exposición Universal de Dubái 2021-2022, España, país invitado en la Feria del Libro de Fráncfort 2022-, además de más de medio millar de actividades con exposiciones, encuentros, documentales, festivales, residencias, apoyo a movilidades de creadores, visitantes internacionales… Uno de los grandes desafíos de esa acción cultural en el exterior será, justamente, la medición futura del impacto de una programación tan diversa, de internacionalización de la cultura española, a través del desarrollo de las carreras de los creadores y creadoras, la proyección internacional de nuestras instituciones culturales, el crecimiento de nuestras industrias creativas y culturales, dentro y fuera de nuestro país.

«Vi claramente cómo la cultura y el patrimonio son embajadores excelentes de nuestro país en el exterior y generan buena reputación»

– Recientemente has sido nombrada directora del Museo Arqueológico Nacional ¿cómo está siendo esta experiencia y qué objetivos queréis cumplir? ¿qué desconoce todavía el público de los fondos del Museo Arqueológico Nacional?

– La experiencia está siendo magnífica, intensa y muy ilusionante. Se trata de una institución excepcional, un hito en la cultura y el patrimonio españoles. Una institución referente dentro de los museos de nuestro país y singularmente para los museos de arqueología por su dilatada trayectoria -con cerca de 160 años de historia-, su extraordinaria colección arqueológica, su magnífico edificio y su equipo de trabajo. Desde esa magnífica y completa colección, sin igual, con más de un millón de bienes culturales, se pueden narrar historias sobre procesos de cambio y continuidad a lo largo de la historia, sobre el intercambio y el encuentro entre culturas; se pueden tejer relatos de superación sobre las formas de vida; vincular temas de la antigüedad con fenómenos actuales como las migraciones, el cambio cultural y climático, los conflictos bélicos, la naturaleza vegetal y animal, el cambio tecnológico y sus usos, la propaganda y el poder, la desigualdad social y los sistemas de género… y todo ello, fomentando, al mismo tiempo, la educación y el pensamiento crítico de la sociedad. El MAN constituye un baluarte patrimonial, representa un espacio de encuentro entre la sociedad, la arqueología y el patrimonio de nuestro país, un museo del que hemos de sentirnos muy orgullosos.

La institución afronta grandes desafíos de futuro, fundamentalmente en su gestión y gobernanza. Tras el proceso de reforma del edificio que culminó en 2014 –y el año próximo, 2024, se celebrará ya una década-, los grandes objetivos se concentran ahora en su gestión y organización interna; así como su reposicionamiento institucional, nacional e internacionalmente. Sueño un futuro MAN ágil y autónomo en su gobernanza y en sus procesos de gestión, con capacidad competitiva para ofrecer un servicio público de calidad, a la altura de cualquier gran institución cultural de nuestro país; un lugar común para la arqueología de nuestro país. Otro camino por andar es su proyección internacional, donde tenemos un gran recorrido por delante. Todas las visitas con responsables extranjeros, desarrolladas, por ejemplo, este año en el marco de la Presidencia española de la Unión Europea, así como las realizadas con equipos de investigación y profesionales internacionales están siendo un éxito. El museo sorprende por sus magníficos espacios públicos e internos, la presentación de la colección, con el máximo cuidado, de forma atractiva y armónica o su programación educativa, de alto nivel y muy demandada. Los valores de partida del museo –la completa colección, el edificio íntegramente reformado, su estructura organizativa y su programa de actividades y servicios, ya citados- así lo avalan. Para el Ministerio de Cultura, el MAN constituye una gran institución patrimonial, tiene un valor simbólico, referencial y reputacional extraordinario. Realmente tiene un camino apasionante por delante para dar el verdadero salto al siglo XXI.

«La experiencia está siendo magnífica, intensa y muy ilusionante. Se trata de una institución excepcional, un hito en la cultura y el patrimonio españoles»

«con más de un millón de bienes culturales, se pueden narrar historias sobre procesos de cambio y continuidad a lo largo de la historia, sobre el intercambio y el encuentro entre culturas»

– ¿Cómo son las colaboraciones del museo con otras instituciones?


– Constantes y en crecimiento, en la medida de nuestros recursos y posibilidades. La colaboración del museo se traduce en distintas acciones, tales como préstamos y depósitos de nuestra colección, que son continuos; se expresa en publicaciones, como nuestro Boletín del MAN, anualmente; también en nuestra programación de actividades, ciclos de conferencias, mesas redondas, actos con distintas asociaciones y entidades, públicas y privadas, en relación con la arqueología, el patrimonio y los museos, donde el MAN participa. Estas colaboraciones son esenciales para el desarrollo de investigaciones, la puesta en marcha de proyectos, el desarrollo de actividades de divulgación científica… Así por ejemplo, el MAN participa de manera habitual en proyectos de investigación con centros universitarios e institutos como, en el momento actual, el INCIPYT o el CENIM, ambos del CSIC, o Universidades como la de Alcalá de Henares, Alicante, Barcelona, Cantabria, Complutense, Granada, Murcia, Sevilla, UNED… Igualmente, dentro del Ministerio de Cultura, se desarrollan colaboraciones específicas con el Instituto del Patrimonio Cultural de España, entre otras unidades. Con instituciones internacionales como la Casa de Velázquez francesa o el Instituto Arqueológico Alemán colaboramos habitualmente. Por supuesto hay relaciones continuas con los museos de la red estatal, a la que pertenecemos, a muy distintos niveles, pero también con museos de otras titularidades y sistemas de gestión. Igualmente con asociaciones y agrupaciones de la sociedad civil. En este sentido, hay también mucho recorrido por delante, para fortalecer e impulsar, a distintos niveles, esa proyección del MAN a través de sus colaboraciones, que son muchas y muy valiosas, con entidades públicas y privadas.

Asimismo, nuestra Asociación AMAN, en coherencia con los objetivos del museo, muy dinámica, con una programación atractiva y en fase actual de gran crecimiento, nos abre, a su vez, a otras colaboraciones, apoyos y proyectos de gran interés para el MAN, en su conexión con la sociedad.

– En redes sociales muchas personas se autodenominan aficionados a la arqueología o «cazadores de tesoros» y extraen piezas que encuentran con ayuda de detectores de metales ¿qué problema suponen para la investigación arqueológica oficial y por qué es importante que no lo hagan?


Estos “cazatesoros”, cualquiera que sea su denominación, pueden cometer expolios contra el patrimonio. Y hemos de ser muy claros en su calificación. En arqueología no valoramos el objeto por el objeto, “la búsqueda del tesoro”, sino su representatividad histórica o cultural, es decir, la información que proporciona sobre su contexto. El daño o la destrucción de yacimientos arqueológicos por el mero hecho de encontrar hallazgos materiales puede incurrir en un delito y en cualquier caso, siempre daña el potencial conocimiento que dicho yacimiento puede proporcionarnos. En este sentido es crucial la educación patrimonial de la ciudadanía, la valoración de nuestro patrimonio cultural común. Aquí hay una línea de acción muy clara: la educación infantil y de los jóvenes para impedir que este tipo de conductas continúen en el futuro. Por otra parte, las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, apoyadas por instituciones como la nuestra, el MAN, cumplen una labor admirable en la protección y recuperación del patrimonio, en tareas a veces muy difíciles de controlar, como parte de un mercado ilícito. Se trata de una labor colectiva donde administraciones públicas, profesionales de la arqueología, centros de enseñanza, medios de comunicación y museos debemos, entre todos, colaborar para erradicar este tipo de conductas y no banalizar ciertos actos que atentan contra nuestro patrimonio arqueológico que es de dominio público y nos pertenece a toda la sociedad. En un momento, además, como el actual, de interés social por la arqueología y el patrimonio, se han de redoblar esfuerzos a distintos niveles de acción –legislativo, comunicativo, administrativo, educativo…- para ofrecer mensajes claros a la sociedad sobre lo que es la arqueología, el patrimonio, su significado, su valor colectivo y la necesidad de cuidarlo y protegerlo entre todos. Es un gran desafío por el que hemos de trabajar, sobre todo, con las jóvenes generaciones.

«En arqueología no valoramos el objeto por el objeto, “la búsqueda del tesoro”, sino su representatividad histórica o cultural, es decir, la información que proporciona sobre su context

– ¿Qué consejo darías a una persona que quiera dedicarse profesionalmente a la arqueología?


Perseverancia, esencialmente. Las jóvenes generaciones actuales tienen muchos canales de información disponibles. Internet y las redes sociales ahí son cruciales. En mi caso, me ayudó mucho conversar con distintos profesionales del sector y escuchar opiniones de docentes con larga experiencia y también de los más jóvenes… Formarse y dedicarse profesionalmente a la arqueología exige dedicación, mucha constancia y una gran vocación. Es importante disfrutar ese camino de estudio, de trabajo de campo, de laboratorio, porque no es fácil y son necesarios algunos sacrificios. La vida profesional después puede llevarte, desde la arqueología, a diferentes destinos en ámbitos como la administración, la docencia, los museos, la investigación, la divulgación, la educación… Por tanto, aconsejaría, mucha perseverancia, curiosidad… e ilusión.

– ¿Qué proyectos te gustaría realizar en el futuro?


Mi presente profesional está en el Museo Arqueológico Nacional y mi futuro espero que también lo esté. Hay grandes metas futuras como reposicionar la institución en el ámbito del patrimonio arqueológico, en diálogo con entidades de diversos territorios; generar un lugar de acogida, dinámico, un ágora para los profesionales de la arqueología y las instituciones, nacionales e internacionales, del patrimonio y los museos, que propicie el intercambio de conocimiento y la generación de sinergias; propiciar una institución cercana, ciudadana, un espacio inclusivo, confortable, de disfrute, diálogo y cultura, que acoja a diferentes públicos, en cuyas estrategias y acciones prime la excelencia; ofrecer un lugar de confianza, inspirador, que emocione y eduque, desde el patrimonio arqueológico, en conexión con otros ámbitos creativos y culturales; crear un espacio de trabajo amigable, colaborativo, distinguido por la capacitación, solvencia, talento e implicación de su equipo con una estructura potente de organización y gestión; así como una referencia imprescindible en la visita a la ciudad de Madrid para el turismo interesado en la cultura. Por lo tanto, hay grandes objetivos en esa visión de futuro de la institución, de apertura y excelencia de sus servicios públicos, de mejora en cuanto al conocimiento y el legado de la espléndida colección, de refuerzo del equipo de trabajo y su modelo de gestión y también en cuanto a sostenibilidad, accesibilidad, y sobre todo el impulso hacia una gestión mucho más eficaz para el mejor funcionamiento de este gran museo.
Personalmente, en este contexto, me gustaría retomar algún objetivo de investigación que he dejado en el camino por falta de tiempo… La gestión cultural y museística es realmente apasionante pero creo que es muy enriquecedor para el desarrollo profesional en nuestro campo no descuidar el hábito de estudio y el desarrollo de proyectos de investigación y divulgación que te obligan a seguir curiosa, atenta y actualizada en la literatura científica, con pequeños objetivos por delante. Tengo además muchos viajes pendientes para seguir conociendo el patrimonio arqueológico y los museos, dentro y fuera de nuestro país.

«propiciar una institución cercana, ciudadana, un espacio inclusivo, confortable, de disfrute, diálogo y cultura, que acoja a diferentes públicos»

– ¿Cómo es tu tiempo cuando no trabajas?


Tiempo de familia, sin duda, mi mayor tesoro, y tiempo de amistad. Hay una delgada línea, en mi caso, entre el trabajo y el ocio… Sobre todo, disfruto mucho en los viajes porque me permiten conocer otras tradiciones, otros paisajes naturales y culturales, otros patrimonios, culturas arqueológicas, historias, otros museos… estos viajes me nutren, me divierten, forman parte de mi ocio y de mi formación vital y profesional. Soy una persona curiosa y esa curiosidad impulsa al viaje, a la lectura, al conocimiento.

«Soy una persona curiosa y esa curiosidad impulsa al viaje, a la lectura, al conocimient

– Un deseo que te gustaría se hiciera realidad.


Puesta a soñar en mayúsculas, en tiempos prenavideños de buenos deseos, y con gran ambición, mi mayor deseo sería, sin duda, vivir en un mundo sin radicalismos ni guerras, un mundo más justo, más culto, más respetuoso, en un mayor equilibrio con la naturaleza… Más modestamente deseo poder ayudar significativamente a la institución para la que trabajo, el Museo Arqueológico Nacional, consiguiendo una mejora cualitativa de su gestión a todos los niveles, de su rumbo y posición, porque realmente lo merece. En lo personal, mi mayor deseo sería sin duda tener más tiempo, duplicar las horas del día, por ejemplo, tiempo para leer más y más despacio, para reflexionar y estar con la gente a la que quiero.

«mi mayor deseo sería, sin duda, vivir en un mundo sin radicalismos ni guerras, un mundo más justo, más culto, más respetuoso, en un mayor equilibrio con la naturaleza»

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