Patricia López Landabaso – Artista

Patricia Lopez Landabaso. Artista. 8 x 8 (Infinito x inifinito), oroyecto comisariado por Andrea Perissinotto en colaboracion con YANMAG

8×8 (infinito x infinito) es un proyecto curatorial de entrevistas a mujeres artistas y gestoras culturales dirigido por Andrea Perissinotto con la colaboración de YANMAG

 

«Utilizo, de una u otra forma, la figura de la mujer recontextualizándola»

 

Patricia López Landabaso presenta una obra donde el amor está presente pero también el dolor, la violencia, el desengaño y las complejas relaciones entre el hombre y la mujer. Ya sea en cuadros o performances, la artista replantea las ideas asociadas al universo femenino y resignifica la figura de la mujer en la sociedad, aunque sus obras van mucho más allá y sugieren múltiples y libres significados para aquel que las contempla.

 

Andrea Perissinotto sobre la obra de Patricia López Landabaso:

«Me apoyo a una montaña de algodón; cansancio, decisiones perdidas, sal en la lengua, champán y frustración confluyen en mis venas y desde esta altura nocturna reluce mi traje de novia, brillando sobre las heridas que se arriman a mi existencia, a mi perplejidad y a mi disconformidad sepultadas en el blanco. Déjame vestir un día de fiesta y antepón las caricias a un desenlace del que intento huir, porque hoy quiero aplausos para mí, para mí, para mí, para mí.

Esta soy yo, la prometida en su boda, arroz en los ojos, fotos y flores, estrellas, burbujas, agujas punzantes en la piel blanca, la piel vivida. Vinagre y caviar, elixir de mentiras, sonrisas fáciles; mis súbditos cebándose con sus propias bellotas. Miles de ojos, miles de silencios desterrados cantando historias olvidadas que reviven en las caras conocidas.

Sube al altar, soldado de mis guerras, e inúndame otra vez de cicatrices rapaces. Tu fusil en mis piernas me detiene otra vez y salpica su semilla en mi vestido lleno de azotes, mientras soplas con fuerza fingiendo apagar este engaño para convencerme de que me estoy metiendo en el futuro adecuado.

Ácido en mis ojos y todavía no he acabado de llorar dudas; huelo tu testosterona deshacerse en mi lengua, pero el sabor de tu indecencia no se apaga nunca. Me acuesto en otra montaña, la de chatarra que me rodea el corazón: piedras e imágenes que no vi cuando pude y que queman ahora, en las cimas de mis días ahogados, números que no suman, ejércitos sin batallas, atónitos, inútiles, inertes, ausentes.

Entonces quédate ausente un minuto más, para que me pueda tragar todo el remordimiento de esta luz que es la primera que bebemos juntos y la primera que empezaré a perder yo, como perdí mi soledad liberadora. Ni una pizca de satisfacción, ni una gota de goce para mí. Para mí no hay descuentos, porque no hay rebajas para los perdedores, los que nos hemos rendido, los perdedores de antemano, los del sacrificio carnal, espiritual, elemental, embriagados en un sótano lleno de destellos y territorios cerrados. ¡Qué la suerte me acompañe!

Y yo me he cansado de ser reina sumisa: ni libertad en el altar, ni rescate en la tierra firme. Lamento mi pérdida y me quedo tirada en la superficie de un destino injusto… tartamuda como un tambor a mitad, la mitad que falta, la que sobra, la mitad de mi existencia. En esa dicotomía, en esa mirada sucia están tus culpas y mi impotencia. Brindemos, pues, a lo que nos jode y nos fecunda, follándonos recuerdos y poesías, aludiendo a que no nos queda otra por ser víctimas de una época irreversible y alcohólica, de unos tiempos irremediablemente obscenos.

Seré una estatua más, una muñeca rodeada de lavanda y arándanos, del dolor de ser sin haber sido, seré una semana sin días festivos, llena de deseos superfluos respirando ansiedad y engaños, desgarros que no sanean y destrucciones que truenan. Empiezo a contar lo que no tengo y desvío la felicidad hacia otra acrobacia. Sin moverme ahora, la decisión ya está tomada y no me queda más que brillar, aguantar y olvidar.

La figura de la novia representa un elemento crucial en la iconografía de Patricia López Landabaso, apareciendo con continuidad en sus obras pictóricas y también en las piezas de arte vivo. Tanto es así que en muchas ocasiones las performances coexisten, complementan e incluso potencian la experiencia expositiva junto con las pinturas, esculturas e instalaciones, como si fueran partes inseparables de un cuerpo único, un abanico de formas y significados que nos hablan en diferentes idiomas, pero cuyo mensaje es tan firme y cristalino que no nos hace falta traducción alguna.

Para Patricia la performance es unicidad, inmediatez, una confrontación con el espectador que consume con ella el placer instantáneo de la pasión, el miedo, la razón de ser artista y vivir de unas emociones que se potencian según va avanzando la acción. De hecho, nos comenta que «en la performance corres muchos riesgos porque, al ser todo tan inmediato, no hay un después ni un antes».

Ese factor irrepetible, que la conquistó cuando todavía estaba empezando la carrera de Bellas Artes, se manifiesta con fuerza, decisión o con pausada solemnidad, en piezas como La novia desescalada o Mi pistola azul te mata rosa. En la primera, Patricia recorre un camino que empieza en un entorno urbano para luego adentrarse en la naturaleza, en un parque por cuyos senderos la protagonista se pasea en absoluta soledad, restituyéndonos una imagen insólita, con respecto a la de una boda donde los novios suelen estar siempre rodeados por una multitud de personas vitoreándoles hasta la saciedad en un día de fiesta que ha de ser, sí o sí, memorable.

 

 

Mientras que, en la otra acción, el clásico vestido blanco y sus diáfanos volúmenes chocan con el impactante y cortante color negro de una máscara de soldar que lleva puesta la artista mientras, con un taladro en la mano, va perforando un barreño de color azul. Luego, tras agujerear el recipiente en varios puntos, coloca en su interior una bolsa repleta de un líquido rosa, la cual sucesivamente pincha con una aguja dando vida a un chorreo instantáneo y vigoroso que estalla como un fuego artificial en todo su ímpetu: cándida amenaza, los gritos, las borrascas, la paciencia agotada que explota esparciendo jolgorio por todas las variables de una resistencia que es concienciación, ataque y defensa a la vez.

Vueltas y vueltas, rebobinando, anhelando, proyectando resignación que se transforma en orgullo y fuerza que destruye las paredes de una cárcel superpoblada de tanta rabia que ya es imposible de contener. Esa energía, detenida por las costumbres, por las imposiciones de un patriarcado o de culturas donde los derechos de las mujeres son ninguneados, se convirtió en otra performance de López Landabaso que tuvo lugar en la edición de 2022 de Hybrid Art Fair, dentro del proyecto “F” de la galería La Gran, codirigida por Pedro Gallego de Lerma y Yaiza González.

Es esa ocasión, que coincidió con el inicio de la invasión rusa de Ucrania, Patricia volvió a vestir el traje de novia y, subiéndose a la cama de la habitación 215 del hotel Petit Palace Santa Bárbara de Madrid, llevó a cabo Jaculatoria: una irrupción de milicianos asaltando su propio cuerpo. Se trataba de unos soldaditos de plástico que la artista iba colocando encima su ropa cándida y brillante, convirtiendo esa inmaculada extensión de luz y esperanza en un inquietante campo de batalla.

Vemos entonces como Patricia López Landabaso nos habla de un conflicto que es físico, pero también mental, que atrapa mujeres de diferentes generaciones y estratos sociales, de países diversos y donde las herramientas para escapar de un destino que les ha sido impuesto o que se les ha derrumbado encima, son también heterogéneas. Porque no es lo mismo darse cuenta de que un “sí, quiero” no ha sido un acierto y poder dar marcha atrás, que estar atrapadas en un infierno de humillaciones, violaciones e insultos.

Con su paseo solitario Patricia me recuerda la ausencia de apoyos que muchas mujeres experimentan, pero también la independencia que otras están conquistando, gracias a su valentía, perseverancia y resiliencia. Con la máscara de soldar Patricia me recuerda aquellas miradas sepultadas detrás de un burka y que se hunden en la falta de esperanza o que no han conocido siquiera otro posible camino hacia un futuro sin barrotes.

Evocando a la guerra en su propia piel Patricia me recuerda que hay violencia alrededor de la violencia y que todos estos recuerdos no pertenecen al pasado, sino que apuntan directamente a nosotros, a nuestra conciencia, a la necesidad de implicarnos en apagar un fuego que nos está quemando cada vez más cerca, cerca de nuestra intimidad, de nuestra familia, de nuestras abuelas, nuestras hermanas, nuestras propias madres.

Un incendio que está hecho de historia y de presente, de tradiciones anacrónicas, de egoísmo y apatía, de huidas cobardes, cadenas, rostros borrados, palabras y gestos prohibidos y tantos, demasiados vestidos blancos, demasiadas esposas ardiendo mientras aquí el humo se disipa según nos alejamos de las llamas. Y esas llamas no se apagan solas. Nos daremos cuenta cuando tengamos los ojos llenos de ceniza y no nos quede ni una, ni una gota de ahora.»

 

 

 

ENTREVISTA CON PATRICIA LÓPEZ LANDABASO

¿Cómo definirías tu obra?

Me gusta burlar ese vicio humano que consiste en querer encontrarle sentido a las cosas, cueste lo que cueste, o imponérselo por las bravas.

Mis cuadros no encierran eso. Mis cuadros contienen lo que quieran encontrar los ojos que los miren, proponiendo la total libertad de los deseos.

 

Me quieres (2020) – Patricia López Landabaso

 

Tu obra ¿tiene un sentido vinculado a la temática de la mujer o se refiere a más géneros?

Pienso que sí, aunque el contenido no sea tan claro como creo yo que es cuando lo estoy pintando. Ya sabes, cada uno ve lo que ve.
Mi obra está plagada de amor, pero también de desengaño, de violencia, de dolores, de las complejas relaciones entre mujer y hombre… Pues eso, yo creo que mi obra está llena de universos femeninos.

 

La cubertería (2021) – Patricia López Landabaso

 

Esencia con carencia (2021) – Patricia López Landabaso

 

En mi recuerdo están las miles de imágenes que me han acompañado y me acompañan, con las que cuestiono los mecanismos de poder y las jerarquías de género. Una lucha de las mujeres y los estándares establecidos que están en la base de mi pintura. Utilizo, de una u otra forma, la figura de la mujer recontextualizándola y desarrollando el significado que se encuentra en el que se acerca a la obra.

Todo ello me ayuda a crear una especie de mapa personal con una realidad a veces vivida, inventada o imaginada teniendo en cuenta las cuestiones de género. Mis obras son por qué no, universos femeninos.

 

La novia y la aguja (2020) – Patricia López Landabaso

 

La novia y el cristal roto (2020) – Patricia López Landabaso

 

¿De qué proyecto te sientes más orgullosa hasta el momento?

La verdad es que estoy muy orgullosa de seguir en el mundo del arte porque es lo que me hace absolutamente feliz. Me fascina el arte y permanecer a su lado, bien realizando performances o bien pintando.

¿Qué proyectos te gustaría realizar en el futuro?

Muchos, pero el que más me gustaría realizar es un proyecto del cual vaya a estar orgullosa en el futuro, pero ahora mismo no sé cuál elegir de todos los que hay en mi cabeza.

¿Es más complicado para una mujer artista desarrollar su carrera que para un hombre?

Por supuesto. No hay más que ver la performance Queridas viejas de María Gimeno, que incide sobre la ausencia de las mujeres en la Historia del Arte para darte cuenta de la complicación.

¿Qué aconsejarías a una mujer artista que comienza su andadura profesional?

Haz lo que te parezca que tienes que hacer. Confía en ti misma.

¿Qué mujeres artistas han sido referentes para ti y en tu trabajo?

Cuando era joven a la primera mujer artista que conocí fue Liubov Popova, pintora rusa que me pareció muy valiente por lo que vi que pintaba. Mientras estudiaba, mis referentes fueron: Sophie Calle, Cindy Sherman y Bárbara Kruger. Pero dentro del mundo de la performance, donde existe inmediatez y confrontación con el espectador para que la mujer exprese libremente su discurso sin estar sometida a los tradicionales patrones culturales, se encuentra María Teresa Hincapié, cuyas acciones artísticas se relacionan con los problemas que acompañan a la mujer y con el mundo que la rodea.

¿Qué mujeres artistas recomendarías conocer?

A parte de las que he comentado como parte de mis referentes, recomendaría igualmente conocer la obra de Tania Bruguera, Regina José Galindo, Felicidad Moreno, Juana González, Marta Beltrán y Daniella Martí, aunque podría dar más nombres.

 

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