Grupo Chévere: compañía de teatro

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«Nos motiva hacer el teatro que nos gustaría ver»

Miguel de Lira, Patricia de Lorenzo y Cristina Iglesias – Compañía Chévere

Llevar treinta años en una profesión es un mérito del que pocas personas pueden presumir. Si además esa profesión son las artes escénicas y se ha desarrollado en un país como España, el mérito se vuelve una verdadera hazaña. Éste es el caso de la compañía, grupo o colectivo Chévere, que nació en Santiago de Compostela en plena transición democrática formado por personas que provenían de distintas disciplinas como la música, el teatro o la performance y que rompieron con los complejos y la manera una tanto antigua de hacer teatro que se estilaba. Después de importantes reconocimientos como el Premio Nacional de Teatro o los Premios María Casares, ahora llevan de nuevo a escena aquellos montajes teatrales que les dieron a conocer para celebrar este treinta aniversario.

Conversamos sobre la historia del colectivo con Patricia de Lorenzo, Miguel de Lira y Cristina Iglesias, que se encuentran de gira con Eroski Paraíso, un montaje escénico que trata con un estilo naturalista la vida de una pareja separada que se reencuentra y repasa su pasado para una película documental que filma la hija de ambos. Un relato agridulce que dibuja las circunstancias que transformaron las vidas de los personajes y que aceptaron como inevitables.

De Chévere, nos encanta su manera minimalista de hacer teatro y especialmente, su compromiso social con temas como la globalización, el consumismo, la especulación inmobiliaria o el género.

– ¿Cuándo decidisteis que queríais dedicaros a la interpretación?
Cristina – Hice teatro desde muy pequeña y siempre me gustó mucho todo lo relacionado con el escenario. Empecé en el conservatorio de música en la especialidad de percusión y estuve alrededor de once años, al ser unos estudios muy exigentes me centré en sólo en ellos, aunque paralelamente estudiaba danza contemporánea y flamenco. A través de la música llegué al escenario aunque desde pequeña siempre supe que la carrera en artes escénicas que quería hacer era Arte Dramático. Cuando ya pude escoger, elegí el Bachillerato de Artes Escénicas, Música y Danza, después hice las pruebas para la Escuela de Arte Dramático y aproveché mucho esos cuatro años. Una vez terminé, estuve en unos talleres que organizaba Chévere y entré en la compañía en 2016 para formar parte de Eroski Paraíso.

– ¿Y cuando terminaste la carrera ¿pensaste en emigrar?
Cristina – En un momento dado fui a Francia un par de veces, me encantaba y me llamaba mucho la atención. La primera vez fui con 16 años a Burdeos y los festivales de arte y de teatro eran continuos y en un pueblo cerca de Burdeos, podías dedicarte a cualquier tipo de arte, que había un movimiento, que se valoraba tanto la cultura, empecé a conocer a un montón de gente que se dedicaba a eso y la importancia que le daba el país a este sector, había muchos estudios centrados en esto. Me acuerdo que le dije a mi madre «puedo hacer una carrera de traducción e interpretación y luego cuando ya domine bien el idioma pues voy allí» y mi madre «no, porque van a pasar los años y tienes que hacerlo ahora porque es cuando tienes las ganas y cuando te apetece y es el momento» pero sí que me lo planteé, porque es un lugar donde se valora más el oficio, las artes escénicas en general. Pero tuve mucha suerte con mis padres que me dijeron «no, lucha por lo que hay aquí, porque eres joven, te podemos ayudar esforzándonos» y dije «pues venga«

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«tuve mucha suerte con mis padres que me dijeron «no, lucha por lo que hay aquí, porque eres joven, te podemos ayudar esforzándonos» y dije «pues venga»

– ¿Y vosotros?
Patricia – Estando en el instituto, había una presentación del grupo de teatro y al ver la actuación dije «a mí me apetece probar a hacer esto«, después estuve en grupos de teatro aficionado. A los 19 años me presenté a unas pruebas del Centro Dramático Galego para la compañía institucional y me cogieron. Así trabajé en varias producciones en el CBGA en 1994, combiné esta actividad con el doblaje, y en un momento determinado decidí dedicarme por completo a la compañía Chévere, a desarrollar todos los proyectos, realizando también  tareas de administración y producción, de todo lo que hago el trabajo de actriz al final es el 20%. Más que una decisión consciente fue una intuición, vi que a la gente le gustaba lo que hacía y esto me llevó por el camino, supe en seguida que esto es lo que quería, que esto es lo que me gustaba.

«decidí dedicarme por completo a la compañía Chévere, a desarrollar todos los proyectos, realizando también  tareas de administración y producción, de todo lo que hago el trabajo de actriz al final es el 20%»

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«Más que una decisión consciente fue una intuición, vi que a la gente le gustaba lo que hacía y esto me llevó por el camino, supe en seguida que esto es lo que quería, que esto es lo que me gustaba»

En mi caso mi familia lo tomó fatal, tuve una situación traumática que gracias a mi sentido común se retomó todo y todo se calmó. Quizás no era lo más habitual en ese momento. Otra gente de mi edad, como en el caso de Miguel, estaba matriculado en derecho y tardó unos años en decir claramente, tuvo ese conflicto, pero no fue nada terrible. En mi caso sí, fue algo particular. Hoy en día ningún problema, todo el reconocimiento. Mi madre se ha quedado viuda hace poco, ahora vive con nosotros y a veces me la llevo conmigo a hacer gestiones, desde ir a cargar, ir a recoger un vehículo, un camión, y vamos a la gestoría. Ella está tomando conciencia por primera vez de la dimensión y la cantidad de trabajo y ella me dice «esto de que tengáis que ir de aquí a allá todos los días, tenéis que tener un teatro – como Lina Morgan- y quien quiera veros que venga aquí» y le das la razón. Sí que desgasta el rollo itinerante, tanto esfuerzo humano para ir un día a un sitio.

Miguel – Como dice Patricia, yo estaba matriculado en la Facultad de Derecho, encarrilado hacia ese territorio porque era de algún modo un sueño frustrado de mi padre, él siempre quiso ser abogado y no pudo serlo por circunstancias de la vida. Empujó mucho para que me matriculara, yo lo hice y estaba relativamente incómodo en ese perfil, en ese mundo. Era consciente de que no era lo que más me gustaba pero, en aquél momento se valoraba mucho el tema de las salidas, y hacer unas carreras en las que hubiera facilidad de encontrar trabajo. En los primero años de la universidad operaba mucho como activista cultural, sin ánimo de ser un término pretencioso, pero sí que buceaba, me incorporaba a proyectos de creación de revistas, de fanzines, el nacimiento de pequeñas experiencias musicales, literarias…teatrales no tanto, pero organicé una semana cultural en un ayuntamiento cerca de Santiago, y el hecho de organizarla y que fuera muy variada, con cine, teatro, poesía, concursos, exposiciones, todo fue muy ilustrador. Dentro de la programación había un grupo de chavales de un colegio que tenían que hacer teatro, ya habían terminado la fase escolar – eran de octavo de EGB-, era agosto pero tenían que juntarse para estar en la semana cultural y tuve que ir a buscarlos, casi uno por uno a sus casas, convocarlos porque tenían que ensayar. Me convertí medio en su productor, su director, sin tener ni idea sobre su propuesta, y lo llevé hasta el final, vi el proceso, fue la primera vez que vi esto de cerca. Después, en septiembre, volví a mi carrera de Derecho, pero se me cruzó la posibilidad de hacer unas improvisaciones de teatro en un espacio que había cerca de Santiago con un lectorado de inglés y otros amigos, y así a modo de prueba.. y fue desde ese momento ya, fue probarlo y decir «esto mola». Al final, unido a la experiencia con los chavales, el ver su proceso -que se ponían nerviosos, una que vomitaba, otro que salía súper campeón al escenario…- yo vi a través de ellos lo que significaba una obra montada y el grupo. Pensé “aquí hay un mundo que me puede interesar dentro del activismo cultural, el teatro, las artes escénicas. Creo que me va más que el escrito” u otros aspectos que ya había buceado. Fue el momento que aproveché para torcer y di un giro de 180 grados, y decidí dejar la carrera, y me incorporé a este mundo que lo sentía como una pulsión más verdadera. Mi idea era venir a Madrid a estudiar Arte Dramático- ya tenía un piso apalabrado con Nancho Novo en la Cava Baja – pero hubo un curso del INEM que se realizó en Galicia organizado por el primer socialismo. Estos cursos constaban como puestos de trabajo, y te pagaban 30000 pesetas, cuando mi asignación para el piso y la comida que me daban mis padres eran 20000 pesetas. Este curso era con profesores de la Escuela de Arte Dramático de Madrid y del Instituto de Teatro de Barcelona, hice una prueba, me aceptaron y me quedé 9 meses allí. Es lo que llamo la generación del INEM, porque estuvieron allí muchos actores gallegos como María Pujalte, Victor Busqueira, teníamos todos unos 20 años y  fue todo muy rápido. Después del curso del INEM, Mario Gas apareció en ese momento para dirigir un espectáculo en el Centro Dramático Galego y de aquél casting entramos 6 jóvenes y 6 actores veteranos. Me vino muy rápido todo, yo ya me incorporé al mundo profesional en este espectáculo que tuvo gira por Madrid y Barcelona.

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«Fue el momento que aproveché para torcer y di un giro de 180 grados, y decidí dejar la carrera, y me incorporé a este mundo que lo sentía como una pulsión más verdadera»

– ¿Cuándo y cómo se formó la compañía Chévere?
Miguel – Justo antes de este curso del INEM ya habíamos formado Chévere, debutamos detrás de la Escuela de Artes y Oficios. De ahí que siempre acuñáramos esa máxima masónica de que somos un arte y un oficio y así sigue siendo a día de hoy. Personalmente no soy tanto de “la profesión”, se hace mucho rollo corporativo. En Chévere estamos dentro de un oficio que es común a mucha otra gente y que es un arte que tiene mucho que ver con lo que se hace encima de un escenario, a veces un arte social, depende de la propuesta que abordes, pero siempre hemos sido independientes, al igual que con la Sala Nasa. Lo pedía, porque en Galicia estaba todo muy polarizado entre dos corrientes en el mundo de la profesión, había como dos bandos, y nosotros buscamos una tercera vía. Esto ya nos marcó bastante las líneas de acción en ese momento.

Después de aquella experiencia con el Centro Dramático Galego reforzamos Chévere, con una estructura profesional, con lo que implicaba este mundo de la producción y la distribución y ya produjimos los primeros espectáculos con mucho éxito allí como Río Bravo y que ahora remontaremos en 3.0 porque estamos celebrando los 30 años de la compañía.

Patricia – Chévere empezó como un grupo de gente que hacía un teatro muy fresco, eran espectáculos de temáticas banales y divertidas. Uno de los más famosos fue Río Bravo que es un western que hacía un paralelismo con la película y estaba todo lleno de onomatopeyas y ruiditos y esto ahí en Galicia supuso un aire fresco porque el teatro gallego era un peñazo todo lo que se hacía, era una manera diferente de hacer. Al poco tiempo abrimos nuestro propio espacio, la Sala Nasa, para tener un lugar donde poder actuar.

Miguel – En nuestro albores bebíamos mucho del mundo del clown, de los géneros cinematográficos, de la cultura pop que absorbíamos y nos gustaba, como el western o la ciencia ficción. Éramos un grupo bastante ecléctico por la procedencia de cada componente, no éramos un grupo de teatro al uso, de hecho los puristas decían de nosotros «Chévere no es un grupo de teatro» y es verdad, porque unos provenían del mundo de la música, otros de la performance porque habían estudiado arte, otros sí veníamos un poco del teatro como yo que había trabajado con Mario Gas, pero ni siquiera, porque era incipiente.

Aquella confluencia nuestra era bastante poliédrica, no era el teatro como nuestro dios, nos apetecía meter muchos elementos diferentes – humor, música -, sin tenerlo nada idealizado, al contrario, asumíamos que no éramos un grupo de teatro porque tampoco teníamos una estructura al uso, en el fondo no nos interesaba serlo, somos un grupo de creación colectiva que nos juntamos para hacer cosas que nos apetecen y las presentamos en escenarios, y ya se irá definiendo lo que somos exactamente. En la práctica sí que bebíamos mucho de las herramientas teatrales.

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«somos un grupo de creación colectiva que nos juntamos para hacer cosas que nos apetecen y las presentamos en escenarios, y ya se irá definiendo lo que somos exactamente»

Entre las producciones que hicimos en ese momento estaba Big Bang, con Einstein y Hawking en el espacio, una ventura por los agujeros negros, por un mar de dudas, todo escenas con banda en directo, muy dinámico, pillando de ese género de la nueva ciencia y de la ciencia ficción. También montamos una Salomé de Óscar Wilde, en el Centro Dramático Galego: se levantaba el telón, y se veía una cajetilla de Camel con el camello, muy pop, con luces de neón,…los puristas dijeron que era profanación de Óscar Wilde, y realmente no profanamos casi el texto, le dotamos del humor que tiene la propuesta de Óscar Wilde, que era un tío bastante cachondo, y sí, teníamos la cabeza en la bandeja de plata, pero no hicimos un dramón, lo jugamos de otra manera. Fue un espectáculo muy mal recibido por el mundo del teatro pero muy bien por el público en su momento, y era un juego. Respetábamos a Óscar Wilde pero lo entendíamos a nuestra manera.

– ¿Cómo surgió el nombre de la compañía?
Miguel – El propio nombre del colectivo es casual, nos íbamos a llamar Teatro Amarillo que da mala suerte en teatro, un poco provocador, y yo en ese momento dije «Ostia, ¡qué Chévere!» porque a mi esa palabra se me pegó por unos inmigrantes de Venezuela que estaban por allí ese verano. En la reunión entendieron que yo proponía ese nombre para la compañía y al final se quedó porque le gustaba a todos, aunque a mi no me gustaba nada, me resistí un poco porque ni siquiera era una palabra gallega…. «que yo dije que me gustaba Teatro Amarillo no Chévere«, y se quedó, así éramos un poco al principio (risas).

– ¿Qué supuso para la compañía la creación de la Sala Nasa?
Miguel – La Sala Nasa era un espacio muy útil, no sólo para nosotros para ensayar sino para abrirlo a otras compañías, a otras propuestas estéticas, y cuando nos dimos cuenta teníamos una sala alternativa, porque al abrirla a la gente y gestionar una taquilla y una programación, teníamos una sala, y lo asumimos como tal.

Estuvimos con ella 20 años, allí combinábamos muchas acciones y mucho trabajo interno, espectáculos que hacíamos en Sala Nasa y luego llevábamos en gira, pero la etapa de un cambio de estilo, un teatro más social y político, también vinculado con género, ha sido en la última época de la Nasa – luego coincidió con su cierre -.

Patricia – Era un antiguo taller de coches, diáfano, donde el escenario se podía poner a la italiana y a la alemana, y allí se pudieron ver trabajos que en Santiago y en Galicia que no se veían ni por casualidad y esto nos puso en contacto con la escena contemporánea. Había cosas que se mostraron allí que no nos gustaron nada y otras que nos fascinaron, y Chévere fue bebiendo de todo lo que pasó por allí. Al mismo tiempo en la Nasa se fueron generando personas, individualidades y colectivos importantes que pusieron a las artes escénicas en Galicia en el lugar en el que ahora están. Fue una colaboración y un patrimonio, no sólo para Santiago sino a nivel gallego muy importante.

«se pudieron ver trabajos que en Santiago y en Galicia que no se veían ni por casualidad y esto nos puso en contacto con la escena contemporánea. Había cosas que se mostraron allí que no nos gustaron nada y otras que nos fascinaron, y Chévere fue bebiendo de todo lo que pasó por allí»

– ¿Qué os decidió a dar ese giro de estilo en la temática de los trabajos de la compañía de carácter más social y político?
Miguel – En los últimos años de la Sala Nasa, Xesús Ron dio un salto a la dirección, vio ese momento que le correspondía, e hizo muy bien porque la compañía estaba un poco dispersa. Seguíamos con la creación colectiva pero dirigida por Xesús, ahí vinieron los espectáculos de Citizen hasta Eroski Paraíso.

Patricia – En el año 2009 hicimos un proyecto que se llamaba Testosterona en el que estábamos fundamentalmente Xesús Ron y yo. Chévere tiene un núcleo conformado por cuatro personas: Miguel de Lira, Xesús Ron, Manuel Cortés (que es una de las personas que escribió alguno de los textos) y yo. Miguel y Manuel estaban vinculados a proyectos audiovisuales y claro, esto es lo que pasa siempre, viene una serie de televisión y te descalabra la organización de una compañía, ellos en ese momento estaban volcados con eso. Xesús y yo queríamos seguir trabajando. Con otra actriz de la que echamos mano realizamos este proyecto que cuestionaba la construcción social del género de las personas, y ahí se inició por una lado una línea de teatro con perspectiva de género en Chévere y por otra parte Chévere empezó a hacer otro tipo de proyectos, más maduros, ya empezábamos a tener cuarenta, treinta y muchos años….hacer otro tipo de cosas que tuvieran que ver con nosotras como ciudadanas, sentíamos la necesidad de hacer otras cosas. Este proyecto tenía los mismos ingredientes de los montajes anteriores, como el teatro musical y el humor, pero había otro trasfondo.

– Posteriormente presentásteis Citizen, un proyecto que trataba la deslocalización de las fábricas de Inditex ¿cómo lo llevasteis a cabo?
Patricia – Comenzamos con una línea de teatro social, político muchas veces, y es nuestro discurso como compañía. De ahí salió Citizen para hablar de la globalización a través de un ejemplo tan local y próximo como es de Amancio Ortega, Zara, Inditex… nosotros en Galicia vivimos todo eso, él creció muchísimo y precisamente allí, cómo no. Hicimos todo este trabajo de campo, fuimos a hablar con las cooperativistas (montaron cooperativas para coser para él) y cuando él decidió deslocalizar toda su producción y llevársela fuera de Galicia, se quedaron con mil pufos por pedir créditos, con enemistades entre familiares, diciéndonos lo que no sale en sus biografías.
Cuando voy a Zara y veo una ropa hecha en Bangladesh siento una rabia y una impotencia…porque las chinas de Amancio Ortega fuimos nosotras… mientras no existan los chinos, las chinas éramos nosotras. Todo esto nos motiva para hacer el teatro que nos gustaría ver, en definitiva. Estamos muy cansados de ir al teatro y ver cosas que no nos interesan ni nos conmueven, con tanto talento, dinero y esfuerzo que se invierten.

«Estamos muy cansados de ir al teatro y ver cosas que no nos interesan ni nos conmueven, con tanto talento, dinero y esfuerzo que se invierten»

– ¿Y cómo fue recibido el trabajo en Latinoamérica?
Patricia – Gustó muchísimo. Allí de entrada nos sorprendió toda la comunicación del proyecto. Aquí era «la biografía no autorizada de Amancio Ortega» y esto fue lo más explícito que pusimos y entre otras cosas porque dentro de la compañía había un miedo y una tensión y en cambio en latinoamérica era tan explícito «un imperio XXL construido a través de la explotación humana» (risas) …y pensabas «¡esta gente cómo se lo sabe!», esto fue en Montevideo, en el Teatro Solís que no era precisamente un teatro alternativo. Al trabajo le dábamos una contextualización histórica «se muere Franco y Amancio Ortega abre su primera tienda de Zara”, un hecho que es real. Y allí tienen un conocimiento de la historia de España que no lo hay ni aquí. Tuvimos oportunidad de ver pocas cosas allí, pero alguna sí. En Buenos Aires fuimos a un teatro alternativo, de estos que son en una casa, y qué actorazos, qué compañías,…están a años luz, es un placer.

– En este momento estáis presentando en España Eroski Paraíso ¿cómo ha sido el proceso colectivo de creación de los personajes y de la obra con Xesús Ron?
Cristina – Concretamente en Eroski Paraíso es un trabajo muy particular porque cuando coges un personaje empiezas con los antecedentes: cuál es la situación, cuál es el contexto, toda esta información que es necesaria para empezar a crear. Por otro lado empiezas a hacer un perfil de un personaje que normalmente es alejado de ti pero en este caso, en Eroski Paraíso acabó siendo un personaje muy cercano a mi, aunque con otra situación, otros datos concretos, otra familia…. pero muy cercano a mi, así que evité cualquier caricatura. Tal vez no es un estereotipo, pero sí es un tipo de chica estudiante de audiovisuales que hace cine. Por otro lado es alejado a mí porque yo soy actriz, y ella es directora, pero hay puntos en común.  Yo hacía propuestas diferentes a Xesús Ron, el director y él me guiaba «más por aquí, menos por aquí«, fue rebajando hasta hacerlo más cercano a mi. Luego influyeron las improvisaciones con los compañeros, cómo se comporta esta chica con sus padres, con cada uno de ellos, de manera diferente, cómo influye en ella el mundo del cine que genera una personalidad muy concreta. A través del trabajo de campo se fue creando el personaje y no al revés, que es con unas indicaciones muy precisas y después se construye el personaje, que es un poco lo que normalmente hacemos los actores, como en un trabajo que hice para televisión que era muy pautado.

La forma de trabajo de la compañía es básicamente es a través de improvisaciones de situaciones concretas basándonos en datos y documentación que conocemos del personaje. De ahí sale el texto definitivo, Xesús que hace la dramaturgia, acaba definiendo y realiza un collage de todo lo que hemos propuesto, hasta Manolo que dialoga lo que hemos dicho, es un poco entre todos. Lo que más me gustó es que resulta muy natural, sientes lo que dices porque ya lo has dicho anteriormente tú y porque sobre todo hay mucha flexibilidad en el montaje «yo creo que Alex esto no lo diría así«. Esto favorece mucho a la hora de interpretar.

Patricia – Partiendo de lo que comenta Cris es muy fácil porque por una parte dices  «no tengo una red, no tengo una línea de texto, no sé casi nada, sólo tengo una información básica, y con esto entro ahí a hacer lo que puedo, lo que se me ocurre» y te sientes un poco desnuda cuando estás en el ensayo, sin red…. aunque ahí está el suelo para caerse.  Por otra parte da muchísima libertad. Esta reflexión sobre el trabajo sobre los personajes, ya no sólo el de Eva, sino todos los que hago, supongo que dentro de cada una de nosotras hay muchos «yos». Y para mí hay una herramienta de trabajo que nunca abandono ninguna hora del día que es la observación. De todos los personajes que vengo haciendo últimamente, tengo claramente los referentes en personas que conozco, y muchas veces son mezclas: esta manera de andar es de aquí, la manera de hablar es de allí,…concretamente en el caso de Eva, la dificultad era desaprender todo lo aprendido, entras en un escenario después de 30 años y no actúas ¿o actúas?, de esto es de lo que habla el espectáculo, de la realidad y de la ficción, este naturalismo, cuando la gente llega a pensar «no habrán cogido una señora de la plaza y la pusieron ahí«

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«para mí hay una herramienta de trabajo que nunca abandono ninguna hora del día que es la observación»

– Es que lo llegamos a pensar todos al ver la obra
Patricia – Esto es actuación ¿o no? es lo interesante del trabajo, de la condición humana incluso. Sentí que ésa era la dificultad y el objetivo, era lo que nos proponía Xesús, pero me resultó relativamente fácil, podría decir que el personaje de Eva es uno de esos personajes que hago con la «punta del pie, del talón o del tacón». Te encuentras cómoda, con todo, notas coherencia, en todo momento las cosas salen bien.

Cristina – Si te paras a pensar es, como dice Patricia, cómo nos comportamos todos diariamente, qué pensará el resto, que es un poco el continuo, de lo que está viendo y a la vez comportándote según la lógica, lo orgánico de la situación. En respuesta a lo que te da el otro -que esto pasa siempre en teatro-, pero concretamente aquí pensando y preocupándote mucho de cómo queda todo, de lo que dices, de la importancia, eso somos nosotros.
A parte de las improvisaciones y el trabajo de campo con Xesús, cuando queríamos definir del todo los personajes en mi caso, Chévere me presentaron una chica que se llama Jaione que es guionista, que hace varios proyectos de cine, pero también está muy metida en el nuevo cinema, que es el género que define esta película, y ella me habló del comportamiento de la gente cuando se hacen este tipo de películas, de la importancia de sacar lo más importante de cada momento, lo que sale sin querer es lo que realmente gusta y de recrear, y reproducir contando en unos términos que es un cacao mental para esta gente.

Patricia – Xesús Ron es nuestro compañero, es la persona que mira desde fuera, que organiza, pero nuestro trabajo es colaborativo, esto es una marca desde siempre en Chévere. Hace algunos años Xesús, que también es actor, digamos que empezó a quedarse fuera con esa mirada porque cada uno aporta sus mejores capacidades y la de él es brillante y lo ha demostrado en todo este tiempo. Pero no somos una compañía al uso, Xesús es una persona que da indicaciones, pero no es que sea un directo de actores, incluso para estar en Chévere no hay que ser un excelente actor o actriz, a nosotros nos importa más el qué antes que el cómo, de qué vamos a hablar y qué vamos a poner ahí en el escenario, de qué queremos hablar con el público, porque en definitiva concebimos el teatro como un diálogo, un lugar de encuentro, la gente está haciendo un esfuerzo por ir allí a ver algo, y queremos cumplir esas expectativas. No lo hacemos para nosotros, no es una fiesta privada en el escenario, queremos transmitir algo, sugerir, suscitar, sin respuestas, pero esto también se traduce en el local de ensayo.

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Cristina – Para mí fue algo totalmente nuevo entrar en Chévere, ellos llevan un montón de tiempo trabajando juntos, ya se conocen de más, y yo de repente, entrar en el mundo profesional del teatro, con una compañía que lleva tanto tiempo, con gente con tanta experiencia, me imponía mucho. Xesús me parece una persona, además de director, muy inteligente, por la propuesta que es capaz de imaginar, por cómo te dice las cosas, me encantó la confianza que él te da, no sólo por cómo te habla y cómo te ayuda sino porque él tiene una idea y apuesta por ella, y a mí eso me parece muy importante en esta profesión, porque siempre hay esta inseguridad, pero si apuestas y todos confiamos, al final salen las cosas.

Patricia – También tenemos descartes, hay que tener esa honestidad, en ese sentido Xesús tiene mucha y nosotros también. Hay que escuchar o llegar a la conclusión de que esto que estás haciendo no tiene ningún interés, este texto es un peñazo insoportable y aquí hay que cortar. Hay veces que no todo el mundo está dispuesto, pero nosotros tenemos esta confianza y el espectáculo no está terminado hasta que llevamos un número determinado de funciones.

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– La respuesta del público es siempre acercarse al terminar la función ¿qué os dicen?
Patricia – Nosotros también provocamos el momento, al acabar la función sorteamos una merluza y se establece el contacto con el público. Pero Eroski Paraíso es el primer trabajo que hacemos con cuarta pared, nosotros siempre estamos mirando y hablándole al público. En esta ocasión es la primera vez que hacemos algo así hasta el final, que sorteamos la merluza…quiero decir que nos pareció fundamental ¿cómo sabemos que estamos haciendo bien nuestro trabajo?, hay que escucharles, ver qué pasa, qué opina el público y si es en caliente, mejor. Igual en Madrid no se capta tanto pero allí en Galicia este espectáculo tiene un regusto amargo. Estos personajes anónimos que hemos puesto ahí, los que nunca tienen protagonismo, ¿qué decisiones han tomado a lo largo de su vida? Nada, porque el entorno, algo exterior a ellos ha decidido sobre su vida. Esto tiene un poco amargo que en Galicia a mucha gente le lleva a un sitio, que tiene que ver un poco con lo que tiene que ver ser gallego. Por eso en Galicia está Amancio Ortega,  por eso escogió ese sitio, no es algo al azar, es premeditado.

«algo exterior a ellos ha decidido sobre su vida. Esto tiene un poco amargo que en Galicia a mucha gente le lleva a un sitio, que tiene que ver un poco con lo que tiene que ver ser gallego. Por eso en Galicia está Amancio Ortega,  por eso escogió ese sitio, no es algo al azar, es premeditado»

– Es quizás un carácter de dejar estar las cosas…
Patricia – Este conformismo…

Cristina – Hablábamos de esto al principio de todo, ahora lo recuerdo ahora que sale el tema. En tu familia ves conformismo, la gente se mata a trabajar, lo ves en las aldeas, pero con tener un sitio donde vivir e ir tirando…es un conformismo continuo. A la gente no le estás dando ningún tipo de lección pero la invitas a reflexionar, y de repente se ponen a pensar y dicen «¡ostras…!«. Me encanta cuando viene gente que no suele venir al teatro y para ellos es un rollo muy catártico, de repente es entenderlo todo, entender todo el código, esa progresión que tiene la obra, que la persona que lo ve vaya entendiendo, también es reconfortante, te dicen «entendí las cámaras, el código» – para nosotros es más normal pero para mucha gente no.

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«Me encanta cuando viene gente que no suele venir al teatro y para ellos es un rollo muy catártico, de repente es entenderlo todo, entender todo el código»

– ¿Cómo han sido los trabajos audiovisuales que habéis realizado como Crebinsky?
Patricia – El terreno audiovisual es otro mundo, no entiendo muy bien ni cómo se financia, es una cosa extrañísima. En el caso de Crebinsky, dentro de nuestro equipo Miguel nos propuso coproducir, ser parte de la producción. Los cuatro socios más activos teníamos un área escénica, audiovisual, de formación, gestión cultural donde metemos estas cosas de teatro comunitario. En el área audiovisual nos metimos con esta idea y al final casi nos quedamos siendo parte productora, gestión de subvención, y aunque yo participé en la película es irrelevante a nivel de compañía. Fue un proyecto que quedó más en sus manos y yo a nivel personal te comento, cuánto dinero se necesita para hacer una película de bajo presupuesto, comparado con el teatro! y al final esa película se vio relativamente poco. El cine tiene algo de la distribución que no tiene sentido.

Después tuvimos otras experiencias posteriores, un director de cine de Galicia nos propuso hacer un documental sobre una parte de la historia de Chévere, A Viaxe dos Chéveres estuvo en Márgenes en Matadero el año pasado y recientemente se ha vuelto a presentar en la Cineteca. Estábamos haciendo los ensayos de nuestro espectáculo y durante los ensayos, aprovechó para grabar este montaje, y contar un poco la historia de la Sala Nasa y el viaje de los Chévere de Santiago a Teo. Esto fue un proyecto viable, un teatro documental, casi nos interesa más eso.

Otra experiencia que tuvimos fue hacer una serie de televisión, apuntaba bien pero fue un desastre, queríamos hacer una sitcom con público en directo, algo traído a nuestro terreno y fue imposible, tenía que durar 50 minutos, el público se aburría…preferimos involucrarnos en proyectos en los que nosotros tenemos el control porque después entra siempre un aparato que desvirtúa lo que queremos hacer de inicio y por eso, personalmente, con el audiovisual tengo mis reservas y luego las horas del día son las que son y estamos metidos en varias movidas. Reconociendo que el audiovisual es un lenguaje tan interesante, y ahora con internet, además nosotros tenemos nuestra plataforma, Rede Nasa, pero quién sabe, a lo mejor en el futuro.

– ¿Siendo la recreación de un documental que se filma, habéis pensado también en Eroski Paraíso para un proyecto audiovisual?
Patricia – Sí, dirigida por Álex Formoso (el personaje de Cristina en la Eroski Paraíso). Además la mirada de Álex Formoso es el discurso de Chévere, en lo que ella dice, en lo que intenta hacer, esta ingenuidad.

Cristina – Desde que dice esto Patricia siento más responsabilidad, pero por otro lado entendí mucho más todo: la perseverancia, la comprensión, la insistencia, el compromiso, muchas cosas que son Chévere. Hablando del tema audiovisual me llamaba mucho la atención la cámara y todo este mundo, y no precisamente por una serie para la televisión de Galicia, sino precisamente porque con este personaje en este espectáculo como que me gusta más. Por ejemplo cuando hablaba con Jaione, me contaba sobre este lenguaje cinematográfico que es un mundo aparte por todo, evidentemente es un arte y tiene su código. Me empezó a interesar y me dio que pensar que cuando pones una cámara delante de alguien nunca es real, siempre tienes que reproducir, y eso me parece tan revelador y a la vez tan abstracto que me encanta. Me gusta que Chévere tenga esa implicación social pero sin ser evidente como en Eroski: el desarraigo, los personajes anónimos que son universales, el análisis sociolingüístico que es en Galicia pero es un muchas partes del mundo. Este compromiso que no sea tan evidente ni tan elocuente, ni tan trascendente, es algo de reflexión íntima incluso para los espectadores me encanta. Creo que está todo muy visto y muy pasado, los textos están muy estereotipados, se necesita un cambio social ya, necesitamos contar muchas cosas. Cada que vez que viene alguien y te dice que se siente muy identificado con los personajes. Sin decir nombres, pero el jefe de estudios de mi escuela me dice «me siento tan identificado porque yo viví esto, queriendo estar en este mundo y que no me entendían«, y te sientes tan bien con esto, porque se sienten identificados y que no sienten que lo que está ahí les es ajeno.

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– ¿Qué supuso para la compañía la concesión del Premio Nacional  de Teatro? ¿ayuda a la distribución en teatros de los trabajos que realizáis?
Patricia – Sirve como una carta de presentación, alguien te prestan más atención. Pero no, nosotros tenemos dificultades para distribuir Eroski Paraíso fuera de Galicia, porque Galicia está lejos, es casi como Canarias, son muchas distancias. Tener una compañía en gira tienes muchos costes y nos aparta de tener un precio competitivo.

La única vez que alguien nos pagó y tuvo el interés de traernos fue el Centro Dramático Nacional. Pero incluso en Galicia, Chévere es una compañía muy popular, y somos de las que más funciones hacemos, tenemos mucho público, pero en Galicia no puedes disponer de un teatro para estar tres semanas como hemos estado en las Naves de Matadero. Esto sí que nos lo permite el Auditorio de Teo, pero no deja de ser un Auditorio en medio de nada, a 10 Km de Santiago, aunque allí hay público que va a ver a Chévere.

Lo que quiero decir es que hay gente formada, profesionales formados en una escuela que viene a llamar a la puerta de un sector profesional donde hay 4 ó 5 compañías que están consolidadas -hablamos en términos de Galicia- y después hay un mercado que es como un embudo. Allí está toda la oferta posible para entrar por una puerta súper estrecha, y después el IVA, el 21%, yendo a taquilla imagínate. Alguien debería ponerse a pensar de una manera más global y organizar las piezas de este juego para que tenga más sentido, sea más viable y permita trabajar con mejor calidad. Tenemos que hacer bien nuestro trabajo.

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«Alguien debería ponerse a pensar de una manera más global y organizar las piezas de este juego para que tenga más sentido, sea más viable y permita trabajar con mejor calidad. Tenemos que hacer bien nuestro trabajo»

Y aún así, hay gente que nos va conociendo, a una dimensión pequeña, y hay gente que observo que dice «ah, Chévere, ya os vi» y otra que no, que nos dice «y ¿dónde estáis?, es que nunca os había visto, no sabía nada de vosotros«. En Madrid nos proponían estar cinco semanas, pero nosotros no queríamos estar cinco semanas, porque tenemos más cosas que hacer, y estar cinco semanas parte de la compañía desplazada…y nos preguntan «¿y por qué no queréis estar?» «porque tenemos otras cosas que hacer, venid vosotros a Galicia a ver teatro«. Sí que hay una visión muy centralizada, el resto, fuera de Madrid o Barcelona o Andalucía no existe. Desde allí nuestra percepción es ésta.

Estamos intentando ir a Portugal con Eroski, hemos hecho intentos con el Festival Quijote de Francia, pero por ahora no hemos sido capaces, pero ya tenemos preparados nuestros sobretítulos en el idioma. No es fácil la distribución exterior, entendiendo exterior como fuera de Galicia. Y requiere un esfuerzo humano y económico muy importante. Tengo este conflicto, ¿realmente merece la pena? y sí, evidentemente merece la pena, muestras tu trabajo y esto es interesante, pero siempre está el conflicto entre lo persona y lo profesional.

Luego, a la hora de distribuir el trabajo en teatros, están las etiquetas para definir lo que haces. Un comentario que se escucha sobre Chévere desde hace algunos años y que me gusta es «es que vosotros hacéis teatro contemporáneo«. Cuando rellenas una ficha sobre el espectáculo hay que poner una etiqueta y te dicen «¿y vosotros qué? ¿es un teatro de texto?”, sí, es contemporáneo…sí, «pero…¿es de adultos?«, sí pero…»¿y es para familia?«…sí, claro ¿por qué no?… «¿y hacéis teatro contemporáneo pero no es de vanguardia?» no, pero están todos los elementos.

A mí me gusta porque rompe etiquetas, rompe moldes, porque hay moldes. En este lenguaje de artes escénicas contemporáneas también hay moldes y hay que tumbar eso, trabajar con libertad. Intuyo que hay como 10 puntos o definiciones, pero prefiero no saberlos ni conocerlos.

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«A mí me gusta porque rompe etiquetas, rompe moldes, porque hay moldes. En este lenguaje de artes escénicas contemporáneas también hay moldes y hay que tumbar eso, trabajar con libertad»

– ¿Cómo decidisteis utilizar la dotación del Premio?
Patricia – Cuando recibimos el Premio Nacional de Teatro tenía una dotación de 20.000 euros – este premio fue una noticia en Galicia, fue recibida, ya no sólo por toda la comunidad artística, sino por las personas de la calle, el público, todo el mundo lo sintió como propio. No era un premio a Chévere sino un premio a la mirada a Galicia, se hacen cosas en gallego, fue muy emocionante y aún perdura ese sabor – y claro, íbamos al teatro  pensábamos, qué horror, ¿qué podemos hacer para aportar al teatro con la burbuja de Chévere? Xesús y yo trabajamos exclusivamente para la compañía, somos el núcleo, pero tenemos mucha gente que colabora con nosotros, estos actores y actrices que están en las Ultranoites, que nutren los espectáculos, que se va ampliando, que varía, también hay músicos, hay escritores,…¿cómo podemos hacer que este premio revierta en esta gente próxima a nosotros? y decidimos establecer un marco en el que las relaciones con estas personas no fueran laborales, porque al final es esto: nosotros decidimos producir esto, comentamos la idea, financiamos el proyecto y les llamas para trabajar. Empiezas de tal día a tal día los ensayos y luego las funciones. Y claro, al final no nos vemos en los bares porque yo no voy, sino a la hora de hacer los bolos. Queríamos crear otro marco de relación, recuperar lo que fuimos en un inicio, y ahí creamos lo que llamamos A Berberecheira, que es el nombre de una playa de cría de berberechos, es decir, es un vivero y así nació este colectivo que pretende ser un lugar donde Chévere acoge, apoya, da una logística, un lugar donde yo tengo una idea y os lavo a comentar, y simplemente es esto, un lugar donde os leo un texto, vemos una película, no tiene que tener una finalidad de proyecto, y uno de los actores que colabora con Chévere, Goldi, nos contó en un viaje de vuelta cómo fue preso insumiso, y pensamos «ahí se puede hacer un espectáculo con esa historia«. En este caso fue muy muy «tutorizado» por Chévere, tanto Xesús como yo estuvimos en todo el proceso.
Es un compromiso social, el proyecto no es yo hago aquí sólo teatro, traspasa eso. El movimiento antimilitarista en Galicia va agradeciendo el proyecto, Bondi está haciendo cosas por los institutos.

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– De hecho se está hablando de volver a poner el servicio militar obligatorio de nuevo
Patricia – es que esta situación es factible, además ahora no sólo irían los chicos, también irían las chicas

Cristina – A mi me gusta mucho el espectáculo y es un tema del que nunca se habla. Yo todavía tuve cerca el proceso de mi tío y de mi hermano que se pudo librar, pero no se habla de las luchas sociales, de las que se no consiguen se habla pero de las que se consiguen, de todos los que lucharon, salieron a la calle, cómo lo consiguieron no se habla. Yo estudié historia y jamás me hablaron de esto, sí de la época de la transición y de lo fantástico que era Felipe González, pero no de la gente que pasó por eso. Pero yo creo que es súper importante que la gente conozca esta parte de la historia.

Patricia – Este espectáculo se estrenó hace poco y lo traeremos a Madrid, a través de Teatro del Barrio, que puede encajar muy bien, hay una buena comunicación con ellos, ahora lo vamos a meter en el circuito de la red, si no fuera seleccionado nos daríamos el gusto de traerlo aquí por lo menos para mostrarlo. Es un espectáculo que es de Chévere pero sin ser de Chévere.

Dentro de A Berberecheira ha habido otros proyectos, como el de Borja, que está haciendo un trabajo sobre la emigración, esa doble vida, un abuelo que desapareció y nunca más volvió, y en su familia no se puede hablar del tema. Borja saltó el charco y fue a hacer una investigación sobre su abuelo para ver todavía sobre lo que quiere hablar, y nosotros estamos ahí, quedamos con él, y con el resto de la gente. A Berberecheira tiene ese afán de «tenemos una idea y queremos contarla aquí«, que todo surja de la comunicación, del diálogo, esta cosa de los procesos artísticos, aunque estamos metidos en una dinámica que no los permite.

– ¿Cómo es vuestro lugar de trabajo en este momento?
Patricia – Después del cierre de la Sala Nasa, a partir de 2012 nos fuimos a un ayuntamiento que es colindante con Santiago, el ayuntamiento de Teo. Allí estamos desarrollando un proyecto de residencia en el auditorio municipal que compartimos con el ayuntamiento, con la concellería de cultura. Disponemos de este espacio para desarrollar nuestros trabajos, exhibirlos, hacemos también otros trabajos en comunidad relacionados con el teatro también, pero nos pasa esto, si la calefacción está encendida en las oficinas no puede estar encendida en el auditorio, ¿quiénes se mueren de frío? los del teatro, que estamos de ensayos, o nos interrumpe  una clase de gimnasia en medio. Pero digamos que la sede está centrada en Santiago que es la ciudad a la que está vinculada Chévere, aunque estos dos años estamos en Teo desarrollando este proyecto. Allí también hacemos las reuniones de A Berberecheira con los colaboradores.

Todo hay que decirlo, aún tenemos más mérito porque trabajamos en tiempo récord. Nuestro sueño sería poder trabajar en las mejores condiciones, que es hacer lo que estamos haciendo pero en vez de en dos meses, a toda prisa, disponer de seis meses para trabajar, en un local de ensayos donde no pasemos frío, en donde no se nos interrumpa o estemos preocupados por gestiones que hay que hacer. Estas cosas que son básicas: poder dedicarle más tiempo y cariño al proyecto artístico, al proceso y disfrutarlo más.

«Nuestro sueño sería poder trabajar en las mejores condiciones, que es hacer lo que estamos haciendo pero en vez de en dos meses, a toda prisa, disponer de seis meses para trabajar»

– ¿Qué os gustaría hacer en el futuro? ¿cómo os veis por ejemplo dentro de 10 años?
Cristina – Me gustaría tomar las riendas de algo, crear. Me gusta mucho el lenguaje de Chévere pero descubrir también mi propio lenguaje. No he tenido mucho tiempo para pararme a reflexionar, acabé la escuela, estás ahí un mes y de repente estoy trabajando en una compañía. Sí que soy una persona que me gusta tener claro qué va a pasar el año que viene o asegurarme que no voy a estar en mi casa, que no lo hago, o busco formación, soy bastante activa y no me gusta estar parada. Con relación a Chévere me gustaría hacer un proyecto con Patricia, he aprendido mucho trabajando con ella y me llevo muy bien, me encantaría hacer algo, nunca se sabe. Con Chévere siempre hay pequeños proyectos que son una gozada. Aunque yo no estaba, fui verlos a un proyecto que se llamaba Escaparate y que era en escaparates el día de la violencia de género y me encantan estos pequeños proyectos que a la vez son tan importantes. También Ultranoites, espectáculos que se hacen de noche, como un cabaret con números musicales, pero siempre con temas de actualidad, personajes, un compendio de diferentes números muy divertidos, con una barra de bar…es muy difícil, tienes contacto con el público, nunca sabes lo que va a pasar….

Cristina-Iglesias-actriz-Chevere-teatro-documental-social-entrevista-yanmag

«me gustaría hacer un proyecto con Patricia, he aprendido mucho trabajando con ella y me llevo muy bien, me encantaría hacer algo, nunca se sabe. Con Chévere siempre hay pequeños proyectos que son una gozada»

Patricia – ¡Eso sí que es sin red..!

Cristina  – Y se nota quién lleva años haciéndolo porque tiene a la gente pillada…Pero bueno es lo que vaya saliendo, me gustan muchos códigos escénicos, me encanta el cabaret pero también me encanta la danza, me encanta la mezcla del espectáculo total, intentando tocar todos los palos.

Patricia – Quedan tantas cosas por hacer. Nosotros también nos hacemos esta pregunta ¿cómo nos vemos dentro de 10 años? yo fundamentalmente igual que ahora, trabajando en las líneas que trabajamos, haciendo trabajo de escena combinado con lo administrativo, que parece horroroso, pero me gusta, es una faceta que desarrollé capacidades que pensé que no tenía dentro de mi. Sí que me gustaría dedicar más tiempo a mi entrenamiento, teníamos un grupo en el que bailábamos, cantábamos, montábamos chorradas, hacíamos ejercicios de improvisación para estar un poco más en forma, es divertido, el cerebro empieza a activar otras zonas. Me gustaría estirar en el tiempo los procesos creativos. Me gusta la música y me gusta cantar, hace unos años participé en un grupo a capela con el que disfruté mucho, y siempre digo «tengo que montar otra cosa, que sea musical, que sea un concierto o algo así«, pero bueno, siempre puedo hacer lo que quiera y donde quiera.

Miguel – Tengo fidelidad a la compañía pero también tengo un lado que me gusta del cine y lo audiovisual que me gusta mucho y me gustaría no dejar de hacerlos en la medida que pueda compatibilizarlos con la compañía, que es lo que estoy intentando hacer ahora para que los procesos puedan ser completos, a veces te incorporas al espectáculos sólo con la puntita y eso no vale, hay que entrar con todo, pero también hay un mundo más allá, en el entorno próximo aunque el epicentro es la compañía, y que la compañía pueda vincularse con proyectos cinematográficos como hemos hecho, no sólo artes escénicas puras, mantener ese eclecticismo de Chévere, como fue al principio y como seguirá siendo en el futuro, no lo sé, pero no una estructura cerrada, busco un poco ese horizonte.

– Un deseo que os gustaría que se hiciera realidad
Cristina – que haya una real igualdad entre hombre y mujeres, social, política, en todos los aspectos.

Patricia – que las mujeres gobiernen el mundo

Miguel – Me gustaría que se terminara el minifundio mental, y que de algún modo, imagínate que abres los ojos y la sociedad está mucho más desarrollada, es mucho más considerada con la educación y la cultura, y socialmente más equilibrada, menos hooligangs del deporte y de la derecha, de las ideas retrógradas, y no veo que esto vaya para arriba, no veo que haya evolución, más bien va para abajo. Me gustaría que la gente disfrutara más de la posibilidad de ir al teatro, que compartiera más esas experiencias, a nivel social, que la sociedad tuviera un músculo más saludable, para nuestra sociedad concreta y a nivel mundial, justo en el camino opuesto que está tomando. A veces nosotros aportamos granitos de arena, pero tenemos que cambiarlo a nivel global, aunque con el teatro puedes incidir un poco somos conscientes de que hemos fracasado, pero lo seguimos intentando.

Miguel-de-Lira-actor-chevere-teatro-documental-social-artes-escenicas-entrevista-yanmag «Me gustaría que se terminara el minifundio mental, y que de algún modo, imagínate que abres los ojos y la sociedad está mucho más desarrollada, es mucho más considerada con la educación y la cultura, y socialmente más equilibrada»

– ¿Tú crees que habéis fracasado?

Miguel – sí, de manera elegante (risas), pero hablo del fracaso de nuestra generación, o es que han tenido más fuerza los grandes monopolios.

– Pero a nivel particular, alguien que os ha ido a ver al teatro, ¿ha cambiado su manera de pensar?

Miguel – Sí, a nivel particular hemos aportado mucho, hemos ayudado a quitar muchos complejos de encima, especialmente en Galicia, que siempre que se mira hacia fuera, y nosotros estamos yendo fuera sin ningún complejo concreto, competimos en igualdad de condiciones con los que están aquí, y eso ha sido bueno para nuestra compañía pero también para la gente de allí, es como saltar un muro que parece infranqueable, cuando ni siquiera existe el muro, es un muro mental que no existe. Ahora estamos en la época de los muros reales, y si además de los físicos también pones muros mentales, se crean complejos y en Chévere al ser más eclécticos nunca tuvimos eso, con lo cual al salir fuera de Galicia nos decían «es que no parecéis una compañía gallega, por la propuesta, las maneras» y entonces lo entiendes, tienes una imagen tópica de lo que es un gallego, desde Unamuno esos tópicos están ahí y esto a la gente le sorprende. Está bien romper ese muro gris.

Miguel-de-Lira-Cristina-Iglesias-Patricia-de-Lorenzo-Chevere-teatro-documental-social-eroski-paraiso-entrevista-YanMag

«que la gente disfrutara más de la posibilidad de ir al teatro, que compartiera más esas experiencias, a nivel social, que la sociedad tuviera un músculo más saludable»

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