Esther Aparicio Rabanedo – Consultora de Patrimonio Cultural, Sostenibilidad Social y Coach

 

«La ética y los valores son fundamentales, eso hace de ti un profesional íntegro»

 

Esther Aparicio Rabanedo es Consultora de Patrimonio Cultural, Sostenibilidad Social y Coach dentro del entorno del turismo y los museos. Co-fundadora de Slow Projects, su trabajo y su principal interés se centra en las personas y la mejora de sus vidas. A través de este objetivo articula proyectos de museología en el ámbito industrial y rural, protección de patrimonio, educación y gestión de equipos.

Con una amplia formación y experiencia en la gestión cultural, Esther fomenta con pasión también en sus alumnos interés y curiosidad por esta profesión dentro de la Universidad.

En esta entrevista descubrimos a una profesional que se ha sabido adaptar a los cambios con inteligencia y sensibilidad.

 

 

– ¿Cuándo empezaste a trabajar en Patrimonio Cultural y, en concreto, en Patrimonio Industrial?

Cuando terminé Geografía e Historia me especialicé en Biblioteconomía y Documentación como una salida laboral, que por aquel entonces era muy viable. No me apasionaba nada, pero era un trabajo. Estuve varios años en el Ministerio Portavoz del Gobierno, una excelente experiencia porque creo que allí descubrí que nunca ganaría un premio a la mejor documentalista del año. Aquel trabajo no era para mí, no tanto por la labor sino por la dinámica, los mejores momentos eran cuando teníamos que hacer búsquedas con un alto ritmo de trabajo, me sentía casi como un detective buscando la información exacta, para el momento exacto, lo que pasa es que eso sucedía muy pocas veces. Si uno quería estar en un sitio tranquilo y rutinario era el lugar ideal, pero yo no era la persona adecuada. Esta experiencia me ha hecho valorar mucho la labor de hormiguita que hacen las personas que se dedican a esto, sin ellos, parte de nuestra memoria habría desaparecido. Además, como todo ayuda, pasar por esta actividad me ha permitido incorporarla de una manera adecuada en los proyectos, dándole el rango que debe tener, porque en el Patrimonio Cultural sin documentación los trabajos se limitan mucho.

Cambié de actividad por las inquietudes que tenía en aquel momento, sentía que no podía hacer ese trabajo toda mi vida, busqué otras opciones y me presenté a la convocatoria de una beca para estudiar gestión del Patrimonio Cultural. Y ahí empezó mi nueva etapa laboral, llena de incertidumbres, pero también de aprendizajes y proyectos interesantes, dentro de los cuáles el Patrimonio Industrial siempre fue de mi interés. Parte de mi infancia está ligada a un molino harinero familiar que mi padre ha ido manteniendo con mucho esfuerzo e ilusión, eso y otras actividades relacionadas con la memoria del trabajo han hecho que mi interés por este patrimonio haya crecido cada vez más.

 

 

«el Patrimonio Industrial siempre fue de mi interés»

 

 



- Has trabajado en el entorno rural en la gestión de varios museos, ¿qué es lo que te interesa de este entorno y qué particularidades tiene?

El patrimonio cultural español es variado y de una alta calidad. Cualquier pueblo de nuestra geografía puede tener una verdadera joya entre sus calles o en sus manifestaciones inmateriales. La gestión de museos y de centros de interpretación en estos contextos me interesa especialmente porque es muy directa en lo que se refiere al contacto con las personas, tanto visitantes como población local. El trabajo se desenvuelve en un ambiente con recursos limitados así que tienes que estar dispuesta a hacer un poco de todo, porque el personal siempre es escaso. Lo mismo pones un clavo, que haces una entrevista por la radio, acompañas a unos alcaldes a hacer una visita o diseñas un plan educativo. El entorno rural ha sido una buena escuela para aprender los múltiples aspectos de la gestión del patrimonio cultural y esa variedad de aprendizajes va mucho conmigo, cada día es un reto para sacar un proyecto adelante.

 

«La gestión de museos y de centros de interpretación en estos contextos me interesa especialmente porque es muy directa en lo que se refiere al contacto con las personas»

 

 

«El entorno rural ha sido una buena escuela para aprender los múltiples aspectos de la gestión del patrimonio cultura (…) cada día es un reto para sacar un proyecto adelante.»

 



- Has comentado que eres defensora de la protección del patrimonio, pero siempre que haya una actividad determinada que implique a personas en él ¿suele haber más interés en conservar el continente -los edificios- que el contenido -las personas y su actividad-?


Para mí los proyectos patrimoniales tienen sentido si contribuyen a la mejora de la vida de la gente y esta contribución la veo a muchos niveles, desde la recuperación de espacios degradados a los que se le da una utilidad pública, pasando por la conservación de rituales que generan sentido de pertenencia y cohesión social en una comunidad o por los programas de educación y cultura diseñados para toda clase de públicos, además de que en muchos lugares el patrimonio cultural está muy ligado a las oportunidades de generar actividad económica en torno a él. Me interesa el patrimonio que está vivo y presente en la vida de las personas.

 

«Para mí los proyectos patrimoniales tienen sentido si contribuyen a la mejora de la vida de la gente»

 



- Has sido docente en la Universidad de Alcalá de Henares y la Universidad de Salamanca en el Máster de Turismo Interior y Máster en evaluación y gestión del patrimonio cultural entre otras ¿cómo ha sido tu relación con los alumnos y qué has tratado de inculcarles? 

La docencia me encanta, para mí siempre ha sido un privilegio poder compartir tiempo con nuevas generaciones que se quieren embarcar en estos estudios, por eso he tratado que la relación fuese muy cercana, generando espacios de aprendizaje en confianza. Como mayoritariamente mi campo de docencia es el diseño de proyectos, mi mayor objetivo es sentar las bases mínimas de lo que significa la gestión del patrimonio y desarrollar proyectos prácticos en equipo; desde la conceptualización hasta su presentación. En más de una ocasión he ido siguiendo la evolución de sus diseños no solo en clase, sino también en cafeterías, en parques, en la recepción de un hotel o en cualquier lugar que tuviese la universidad, porque mi mayor interés es que entiendan en la práctica cómo es ese trabajo, incluidas las presentaciones orales, que suponen un gran esfuerzo para muchas personas, pero que pasado un tiempo me agradecen. Se trata de transmitir la pasión por esta actividad, el valor de la curiosidad y el aprendizaje continuo, la honestidad con la que hay que hacer ese trabajo y la exigencia que tiene si uno quiere tener un resultado de calidad.

 

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«Se trata de transmitir la pasión por esta actividad, el valor de la curiosidad y el aprendizaje continuo, la honestidad con la que hay que hacer ese trabajo»

 

Esther-Aparicio-Rabanedo-Conferencia-en-Colombiados

 

– ¿Qué consejo darías a una persona que comience a trabajar en el ámbito de la gestión cultural?


Le aconsejaría que lo piense bien, que medite si es de verdad es eso lo que quiere hacer, ésta no es una opción laboral fácil, porque la gestión cultural está llena de incertidumbres y en muchos casos de precariedad, aunque también de aprendizajes y de experiencias muy enriquecedoras. Si esa persona decide seguir adelante mi consejo es que pruebe, por más formación que se tenga, a gestionar se aprende con la práctica. Por último, también le diría que tiene que estar dispuesta a estar en formación continua, con los ojos muy abiertos a lo que está sucediendo en el mundo.

 

 


- Fuiste directora del proyecto de creación del Museo Nacional de la Energía ¿cómo fue esta experiencia para ti?

Con toda seguridad, el desafío más importante de toda mi carrera desde el mismo momento en que decidí aceptar la propuesta. No todos los días te hacen un encargo de esa envergadura. Además, no estaba segura de que quienes me lo proponían supieran las implicaciones reales de la propuesta. Pero acepté y con ello entré a formar parte de un proceso tremendamente complejo y apasionante. Suele decirse que una película es una obra coral, en la que el director juega solo un papel en el reparto, así me sentía yo. Supongo que es una afirmación válida para muchos trabajos de creación coordinados. Y este museo lo era, en todos los sentidos. Había que crearlo todo y todo desde la nada. Bueno, desde las ruinas de unas antiguas centrales térmicas que sin embargo eran receptáculos con un valor simbólico muy adecuado para lo que se iba a hacer. Cuando llegué a este proyecto me hicieron una foto en la que salía una mesa, un teléfono y yo, así es como empecé esa aventura, dentro de una institución de nueva creación, dedicada a la ciencia y la tecnología, donde había financiación y una gran necesidad de explicar al tanto al equipo como a las comarcas de El Bierzo y Laciana en León, el calado del proyecto que era preciso realizar.

Para mí ese trabajo solo tenía sentido si era capaz de contribuir al desarrollo local de las comarcas en las que se encuentra y a la vez hacer una contribución nacional e internacional en relación a la energía y el cambio climático. Para eso partía de la ortodoxia técnica de cómo debe construirse un museo; y creo que era lo adecuado, pero en ese panorama complejo el equipo tuvo que lidiar con problemas de todo tipo: licencias y autorizaciones municipales, arquitectura, funciones, contenidos, dificultades de entendimiento entre equipos de trabajo y luchas políticas… repensar y redefinir y reconsiderar todos los días. Había que pensar y hacer todo a la vez porque era una carrera contra el tiempo, los plazos eran muy ajustados, por no decir imposibles. Fue una época extenuante y fascinante a la vez, recuerdo que un día me senté en lo alto de una de las calderas de la central térmica ya rehabilitada y pensé que me había convertido en el museo, que toda mi energía estaba centrada en eso, que yo era una persona-proyecto, la verdad es que me asusté; la pasión por lo que haces también debe tener un límite.

 

«Fue una época extenuante y fascinante a la vez»

«la pasión por lo que haces también debe tener un límite»

 



- ¿Qué es lo que más te gustó de este proyecto?

Sé que en mi vida hay un antes y un después de ese proyecto, creo que una de las cosas que descubrí es mi capacidad de estar en muchos registros a la vez, hasta ese momento no había tenido que ponerme a prueba con ese nivel de exigencia y me gustó mucho comprobar que podía ser mucho más polivalente de lo que pensaba. Por primera vez en mi vida tuve la posibilidad de participar en un proyecto que tenía capacidad a gran escala de generar impactos en la transformación social en positivo. Eso se percibía en el ambiente de una institución joven muy orientada al impulso de proyectos. En ese sentido me encontraba en el lugar adecuado, que iba mucho con mi personalidad de creación de proyectos y de trabajo en equipo; liderar actividades y personas tan diversas fue una labor muy ardua, pero también enriquecedora.

 

 

«tuve la posibilidad de participar en un proyecto que tenía capacidad a gran escala de generar impactos en la transformación social en positivo»

 

 

 

– ¿Por qué razón, en un momento dado de tu carrera, te empezaste a interesar por el coaching y otras herramientas de desarrollo personal y organizacional?

Llegué al coaching por casualidad, siempre me había parecido una labor de artesanía fina coordinar equipos cohesionados y alineados con un objetivo común. En mi paso por el proyecto del Museo Nacional de la Energía lo constate con tal claridad que tenía una gran necesidad de seguir indagando sobre los misterios que hacen que los equipos desarrollen algo o lo destruyan por incapacidad interna. Así que me propuse estudiar más acerca de las dinámicas que se dan en los equipos, en ese punto me encontré con el coaching. En mi primer día de clase me sorprendió el lenguaje que usaban mis compañeros, decían cosas en un argot que en aquel momento no entendía, pero descubrí un mundo que era complementario a todo lo que había hecho hasta el momento y que pienso que me ha ayudado a ser mejor profesional y también mejor persona. Ahora tengo más capacidad para analizar las situaciones, más observación, mejor escucha y menos juicio inútil.

 

 

«Ahora tengo más capacidad para analizar las situaciones, más observación, mejor escucha y menos juicio inútil»

 

 

– Como coach, una de tus especialidades es la gestión de equipos ¿cuáles son las claves para conseguir conexión y cohesión entre las personas que los conforman?


Esto de los equipos es un mundo que no funciona como un reloj suizo, dos y dos nunca son cuatro, así que por muchas fórmulas que intentes aplicar los resultados pueden ser muy dispares. Aunque yo diría que hay un punto de partida fundamental: un buen equipo debe compartir los valores, que es la base sobre la que se construye la confianza y el liderazgo de los que conducen el proyecto, con eso es más fácil que las personas se involucren en un objetivo común, con una visión compartida, que tengan un compromiso y un sentido de pertenencia que está más allá del interés individual, con esos mimbres sería raro que no puedas fabricar una buena cesta.

 

«un buen equipo debe compartir los valores, que son es la base sobre la que se construye la confianza y el liderazgo de los que conducen el proyecto»

 


- Eres fundadora de Slow Projects, una empresa dedicada al diseño y consultoría de proyectos de divulgación cultural basados en la sostenibilidad social y ambiental, además de consultoría organizacional ¿cómo es tu trabajo en ella?

Ahora mismo estoy dedicada a dos líneas de trabajo que tienen como factor común el desarrollo de las personas. Por una parte, la divulgación cultural y por otra los proyectos de desarrollo personal y organizacional, sobre todo en el área educativa y en los entornos rurales.

Por lo que respecta a la divulgación cultural, la cultura en general, siempre ha sido en España plato de segunda mesa. Y esa carencia en origen, esa falta de ambición en el planteamiento de las políticas culturales se nota en la articulación práctica de las actividades en entidades de todo tipo, que la mayoría de las veces se esfuerza en realizar programas con unos recursos muy limitados. A pesar de eso es una actividad que resulta muy gratificante porque creo en ella, en su necesidad y en la posibilidad de que los proyectos sean consistentes y útiles, que no se conviertan en instrumentos finalistas en sí mismos.

En la medida de mis posibilidades trato de que los contratantes sean sensibles al sentido profundo de lo que es la divulgación cultural y la posibilidad de crear algo de valor, sobre todo si se pone en relación con la sostenibilidad social y ambiental. Es mucho lo que la cultura puede hacer por trasmitir valores y hábitos necesarios para enfrentar los retos que tenemos por delante, como el cambio climático o los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) marcados por la ONU. He visto muchos proyectos vacíos de contenido, inútiles, innecesarios, irrelevantes en los que se ha realizado una inversión y sé que no han servido para nada. Por ejemplo, no en pocas ocasiones se apuesta por invertir en los espacios, pero después se descuida la gestión. Yo intento con todas mis fuerzas que los proyectos en los que participo tengan bien definido su sentido y su propósito.

 

«Es mucho lo que la cultura puede hacer por trasmitir valores y hábitos necesarios para enfrentar los retos que tenemos por delante, como el cambio climático o los Objetivos de Desarrollo Sostenible»

 

En relación al desarrollo personal y organizacional estoy enfocando mi trabajo a lo que se llama capacidades o habilidades blandas (soft skills), que son aquellas que tienen que ver con la relación de las personas con su entorno. Habilidades y cualidades como la comunicación, la empatía, el trabajo en equipo, la capacidad de adaptación, si no se tienen, se pueden desarrollar. Son temas que tienen una importancia crucial no sólo en el ámbito laboral, sino también en el personal. Por experiencia veo que se puede trabajar con todo tipo de colectivos: emprendedores, mayores, niños, adolescentes, deportivas o personas en riesgo de exclusión social. En el mundo de hoy, tan incierto y cambiante, necesitamos tener ese conocimiento de nosotros mismos para mejorar nuestra «brújula interior»; es una inversión segura en más bienestar no sólo individual, sino también social.

 

«En el mundo de hoy, tan incierto y cambiante, necesitamos tener ese conocimiento de nosotros mismos para mejorar nuestra «brújula interior»

 

 

 

«es una inversión segura en más bienestar no sólo individual, sino también social»

 



- También has trabajado como voluntaria en Comisión de Ayuda al Refugiado – CEAR y Acción contra el Hambre, y en la actualidad colaboras con la Asociación Por un pasito más en El Salvador ¿qué has aprendido en estos proyectos y qué te aportan?


Le debo tanto al voluntariado que necesitaría toda la entrevista para explicarlo. Es un tópico, pero entiendo perfectamente cuando alguien dice que recibe mucho más de lo que da en una acción de voluntariado; yo siento exactamente eso. He aprendido lo que es de verdad la resiliencia, la lucha por sobrevivir a todo lo que la vida te trae, la miseria que puede encerrar el más bello de los paisajes, la felicidad en estado puro que puedes sentir cuando le entregas a un niño o a una niña el primer juguete que ha tenido en su vida, el tesón con el que algunos de ellos recorren grandes distancias para el ir al colegio, son muchos los recuerdos y aprendizajes que espero que se sigan incrementando.

Por ejemplo, en la asociación Por un pasito más, que nació entre amigos después de un huracán en El Salvador, la experiencia de apoyar la educación de los chicos y chicas de un pequeño pueblecito está siendo una importante lección para mí. Ver de dónde salen muchos de ellos, las condiciones en las que estudian y que con pequeñas acciones estas personas se están labrando un futuro, eso me hace sentir muy orgullosa, no tanto de mí que ahora colaboro muy puntualmente, sino de todos ellos y de las personas que están haciendo una labor increíble, el voluntariado me ha traído bonitas amistades. Los corazones más bellos los he encontrado en medio de estas circunstancias; muchas veces violentas y complejas. Estas vivencias me aportan sentido de la realidad, huir de la queja y relativizarlo todo, me han ayudado a simplificar mi vida, a valorar lo que considero importante y a necesitar realmente poco para sentirme bien.

 

 

«Estas vivencias me aportan sentido de la realidad, huir de la queja y relativizarlo todo, me han ayudado a simplificar mi vida, a valorar lo que considero importante y a necesitar realmente poco para sentirme bien»

 

 


- ¿Cuál es tu ética del trabajo?


Es sencilla, pero no siempre fácil. Trato de ser honesta, creer en lo que propongo y hacer el trabajo con la mayor excelencia de la que soy capaz en cada momento. Soy de esas personas que piensan que no todo vale, que la ética y los valores son fundamentales, que eso hace de ti un profesional íntegro y de fiar. Esto me ha traído graves problemas en algunos momentos de mi vida, pero no me arrepiento de seguir esta línea que me permite levantarme por las mañanas, reconocerme en el espejo y estar orgullosa de la persona que se refleja en él, con sus errores, que sé que son muchos, pero también con sus aciertos y aprendizajes.

 

 

 

 

«Soy de esas personas que piensan que no todo vale, que la ética y los valores son fundamentales, que eso hace de ti un profesional íntegro y de fiar»

 

 


- ¿Qué proyectos te gustaría realizar en el futuro?


Esta no es una pregunta fácil para alguien como yo de múltiples intereses, pero me voy a quedar con tres proyectos que me gustaría hacer o incrementar: uno de ellos sería seguir ampliando los proyectos para trabajar el desarrollo de las personas y las organizaciones en el mundo rural, que siempre ha sido un entorno clave en mi carrera. Por otra parte, me gustaría contribuir a que cada vez más la cultura, en concreto los museos, tengan un papel relevante en los temas de sostenibilidad y trabajo con los ODS de la ONU, creo en lo que he dicho anteriormente: para un cambio en los valores, la cultura debe personarse en este reto. Por último, pienso que hay un campo enorme para integrar la educación emocional en los programas culturales y educativos, me encantaría participar en diseñar este tipo de acciones para toda clase de museos, centros culturales y entidades educativas. Como se ve, mis intereses siempre tienen que ver con las personas y su desarrollo integral, sobre todo en el mundo rural y de ciudades medias que es donde más he trabajado, da igual que hablemos de patrimonio cultural, museos, turismo, educación, al final el núcleo de todo es ese: personas y entornos rurales.

 

 

«hay un campo enorme para integrar la educación emocional en los programas culturales y educativos, me encantaría participar en diseñar este tipo de acciones para toda clase de museos»

 

 


- ¿Cómo es tu tiempo libre?

A veces el tiempo libre se me mezcla con los proyectos en los que esté pensando en ese momento, la cabeza siempre está en ebullición, así que busco el equilibrio pasando ratos sencillos con las personas que quiero, desde hace unos años soy muy consciente de que ahí está lo importante o lo que al menos es significativo para mí.

Además, hay dos actividades a las que le dedico tiempo y que me encanta que hayan llegado a mí vida a través de amigos. Una es la práctica del chi kung, una parte de la medicina tradicional china basada en la respiración, el movimiento y la concentración que para mí ha sido un descubrimiento, a día de hoy no me imagino mi vida sin su práctica. La otra es el Ecstatic Dance, una forma de danza expresiva que estoy descubriendo en los últimos tiempos y que va mucho conmigo; el baile está presente en mi vida desde mis primeros recuerdos de infancia, bailar todos los días me ayuda a mantener el equilibrio.

 

 


- Un deseo que te gustaría se hiciera realidad 

Me encantaría que la humanidad fuese capaz de frenar las consecuencias tan negativas que tiene nuestro estilo de vida para el medio ambiente, que las corporaciones, las administraciones y cada uno de nosotros apostase con fuerza por ese objetivo. Es como si uno viese a cámara lenta como vamos a despeñarnos por un barranco y no consiguiésemos frenar a tiempo. Así que eso me gustaría, precisamente, frenar a tiempo, ralentizar este estilo de vida y entrar en una filosofía más Slow, más consciente, revalorizando nuestra relación con la naturaleza y con los pueblos, que hoy más que nunca necesitamos que se llenen de vida.

 

 

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«me gustaría, precisamente, frenar a tiempo, ralentizar este estilo de vida y entrar en una filosofía más Slow»

 

 

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